Laura sintió cierto aguijonazo de decepción cuando le dijo eso, pero se recompuso casi al instante.
-En hora buena, señor Khalid. Cualquier mujer que sea su novia, debe sentirse bastante bien. Es usted un hombre bastante atractivo y tiene carisma. – dijo rápidamente y bebió su vino para evitar mirarlo a la cara.
-En realidad es mentira. – dijo él con tristeza.
-¿Qué cosa? – preguntó ella con excesivo interés y para él no pasó desapercibido.
-No es verdad que salgo con alguien. Sólo lo dije para ver cuál era tu reacción. Pero veo que te alegras muy sinceramente de que esté con alguien. ¿Tanto te desagrado? – preguntó con un aire ofendido que sólo quien lo conociera bien, sabría que era más una burla que otra cosa.
-No es que usted me desagrade, señor Khalid. Sólo es que, como le he dicho en cada ocasión que nos vemos, soy una mujer casada que respeta su matrimonio. – “Aún cuando estoy casada con un completo imbécil”, pensó Laura con amargura.
-Me disculpo por eso. No tengo la inte