Ilícito Amor
Ilícito Amor
Por: Elena RGR
¡Déjanos Salir!

La habitación esta oscura, lo que dificulta saber cuánto tiempo ha transcurrido desde que fueron encerrados ahí, Luca trata de calmar el dolor en su costado, estaba seguro que Raphael le había fisurado algunas costillas, después que lo uso de saco de box. intenta darle ánimos a la mujer que comparte con él ese lugar.

Sus ojos se ajustaban a la oscuridad que gobernaba el lugar, en la otra esquina podía percibir la figura de la mujer que amaba, escuchar sus quejidos de dolor le enfurecen y duelen, ella no debía estar pasando por eso.

—¿Cómo está tu pierna? —temía qué si permanecían más tiempo ahí, la herida fuera a infectarse.

—Creo que mejor, por lo menos no duele tanto —Raphael no sabía lo que le esperaba cuando pudiera tenerlo en sus manos, le haría pagar muy caro el sufrimiento de Anastasia, no tendría piedad de él —Luca ¿Qué irá a pasar con nosotros?

Nada porque no lo permitiría, primero lo matarían antes que dejará que él le hiciera más daño a ella y su familia.

—Nada Colibrí, te juro que vamos a salir de esta, mis hombres junto con mi padre nos van a sacar de este hoyo —estiró su mano, aunque fuera tocar la punta de sus dedos, era lo único que le permitía la cadena que lo alejaba de ella.

—¡Que escena tan conmovedora! —el lugar se iluminó cuando Raphael entró, por estar en la oscuridad, la luz que entraba lastimaba sus ojos —, ¿les gusta el lugar que escogí para que mueran juntos? —aunque no podían ver su cara, era evidente que estaba disfrutando del momento —¿el servicio les agrada o quieren una mejor atención…?

Su burla no tenía limites, estaban en condiciones inhumanas, atados de los tobillos, sin poder por lo menos abrazar a Anastasia para que le fuera más leve ese encierro.

—¡Déjanos salir! — grito tratando de alcanzarlo, pero era inútil, el cobarde se mantenía a una distancia segura para él —porque no quieres entender que nos amamos…

—Lo entiendo por eso estoy siendo bueno con ustedes— se acercó a Anastasia, que lo miraba con odio —quieren estar juntos, pues juntos se irán de este mundo y nadie podrá salvarlos —dijo con él mayor odio que podía su voz —, ustedes se burlaron de mí, de mi hermana y tienen que pagarlo muy caro eso.

—Raphael nunca entendiste que contra él amor no se puede luchar, tú nunca lograste ganarte mi corazón— él se acercó y la tomo del cuello.

—Yo intente ganarme tu corazón, espere el tiempo que quisiste para que por fin pudieras entregarte a mí, sin tener que forzarte, pero saber que me engañaste me volvió loco… —la besó a la fuerza

Anastasia se resistió, volteando la cara a un lado con asco.

—Por eso abusaste de mí, me golpeaste todas las noches, mancillabas mi alma cada vez que recibía eso de ti —ya había quedado atrás todo eso, pero verlo de nuevo delante de ellos revivía esos momentos oscuros de la vida de Anastasia.

—Yo aprendí que así debía tratarte, por ser mi esposa podía hacer lo que quisiera contigo, porque eras mía, me pertenecías…

—Yo nunca fui de un monstruo como tú, tú lo único que me has provocado, es asco —le escupió a la cara, Raphael la soltó con una sonrisa en el rostro…

—Si, soy ese monstruo que te ama aún. —le dio una suave caricia que ella esquivó, podía ver la repulsión que le provocaba tenerlo cerca —solo di dos palabras y estarás libre…

—¡Nunca malnacido! ¡Déjanos libres! — le gritó Anastasia, Raphael apretó con todas sus fuerzas su pierna donde ella tenía una cortada, vio el dolor en su rostro, pero no se quejó, no se iba a humillar nunca más delante de él.

—Tú lo decidiste, nunca volverás a ver la luz del sol — acarició su rostro por ultima vez— lástima que tu belleza se entierre en este lugar —se puso de pie, dio dos pasos y de nuevo se detuvo —, y por Esmeralda no te preocupes ella ha vuelto a mis brazos y la cuidaré como mi hija

Al escuchar eso Anastasia abrió los ojos, se puso de pie a pesar de su dolor.

—No, Raphael ella no es nada tuyo déjala con su familia o te juro que cuando salga… —la carcajada acallo sus palabras, el volvió su rostro para verla.

—No estás en condición de amenazar querida, solo mira en donde estás. —saco su arma y le apuntó directamente a la cabeza —si quisiera matarte lo podría hacer ahora…

—No lo hagas maldito infeliz, ya déjala si quieres matar a alguien, debe ser a mí… —él volvió a reír.

—La muerte para ustedes será la gloria, ustedes deben pagar por su traición —camino a la puerta —su muerte será lenta lo juro… —estaba por abrir la puerta —, y no importa donde escondan a su hijo Luciano cuando lo encuentre mi hermana Fiorela se encargará de él…

—No, deja a mis hijos maldito, cuando salga de este lugar te juro que te voy a cazar como a un perro… —las palabras de Luca provocaron más carcajadas en Raphael.

—Me encanta cuando me dan ideas, tengo algo muy divertido para ustedes, y yo necesito salir a cazar... —sus ojos brillaron llenos de maldad, cuando la puerta del lugar se abrió, de nuevo la luz no dejaba ver mucho fuera de esa gran habitación— saldrán de este lugar cuando yo quiera…

—No, será cuando mis hombres y mi padre vengan por nosotros…

—¡Ah tu padre!, tienes muchas esperanzas en él, pero ahora está en la cárcel —abrió los ojos, no podría creer lo que Raphael decía —tú lo pusiste en ese lugar Luca, te olvidas de lo que le pediste que hiciera, que secuestrara a mi hija Esmeralda…

—Hijo de puta, Esmeralda es mi hija, él es su abuelo…

—Ante la ley ella es mi hija y eso no va cambiar, la haré igual a mí; lástima que no estarán para ver cuando su hija sea una mujer y mate a su propio hermano— guardo un momento de silencio— aunque para eso deba encontrarlo, y juro que lo haremos y cuando lo logre disfrutare eso…

—Alguien debe estar buscándonos…

—Nadie querida, todos creen que has ido tras tu amante Luca, dejando a tu pobre hija con su padre —miró a Luca —mi hermana está sufriendo porque el hombre que la volvió a ilusionar la ha dejado embarazada, desamparada…

—Son unos malditos mentirosos, pero cuando salga voy a cumplir con mi palabra…— Raphael, se fue riendo de sus palabras, no sabía cómo, pero haría realidad su juramento, Raphael pronto moriría por su mano, sería la única manera para que los dejara en paz… —vamos a salir de aquí, te lo juro Anastasia y vamos a estar con nuestros hijos… —dijo cuando al estaban de nuevo solos, se estiro para tomar su mano, era lo único que podía hacer.

—Te creo, tú nunca faltas a tu juramento, desde que te conocí has cumplido con tu palabra…

Años atrás…

La casa de la familia Rizzuto era música, algarabía y felicidad, las familias más importantes de Italia estaban reunidas, para ser testigos del compromiso de dos jóvenes, era un matrimonio para formar una alianza fuerte entre la mafia, la familia Di Mauri necesitaba la protección de la familia Rizzuto para transportar sus armas libremente por la toscana, era una alianza que beneficiaba a las dos familias.

Anastasia revivía su fiesta de compromiso, solo que en esa ocasión no tenía la sonrisa que tenía su cuñada, su matrimonio con Raphael fue un tanto obligado, su familia necesitaba un socio comercial y ahí apareció la familia Rizzuto, que para aceptar aportar capital necesitaba algo a cambio y era la mano de Anastasia.

Su padre no tuvo más remedio que aceptar, condenando a Anastasia a una vida de tristeza y desamor, con un mes de casados su vida no era como ella había soñado, no soportaba la cercanía de Raphael, no sabía cómo lograría tener relaciones con él, con un hombre que le provocaba asco.

Al fin llegaba el protagonista de la fiesta, Fiorela como la principal invitada fue hasta donde se abría paso un hombre, el corazón de Anastasia comienza a latir con fuerza cuando su mirada se conecta con aquel atractivo caballero, es el hombre más apuesto que nunca antes había visto.

No se puede negar la fuerza que emana de él, y en sus ojos hay peligro. Algo le dice Anastasia que debe huir, pero su corazón le pide que lo busque, porque lo desea, como nunca había deseado a ningún hombre…

—Di Mauri, esperó que todo esté olvidado ahora que te vas a casar con mi hermana —él prometido de Fiorela sonrió de lado al escuchar la afirmación de Raphael.

—Si todo olvidado Rizzuto, Fiorela a sanado esa parte de mi vida —vio un brillo en su mirada cuando posó sus ojos en Anastasia de nuevo…

Raphael los miró a ambos e hizo las presentaciones.

—Ella es mi esposa Anastasia Ganci…

—Es un gusto conocer tan hermosa mujer —le tendió la mano, ella con miedo poso la suya, algo eléctrico recorrió su cuerpo, su mirada se quedó enganchada a la de él, lo único que quería era ser tomada por él, salir de ese lugar en sus brazos —te felicito por tan hermosa mujer…

—Gracias, es mi mayor tesoro…

—Mi vida, vamos a saludar a los demás invitados… —escuchó la voz de Fiorela, que los hacía salir de su burbuja de deseo.

—Claro querida vamos —lo vio alejarse, su perfume inundo sus fosas nasales, era masculino, fuerte como él.

—No quiero verte cerca de él, entiendes Anastasia…

—Pero será tu cuñado, como voy a evitar cruzar palabra con ese hombre —sintió el agarré fuerte en su brazo.

—Tú solo obedéceme —la miró de arriba abajo —recuerda que eres mía, y la mirada que te dio no me gusto…

¿Había sido tan notorio su deseo?

Anastasia se dirigió a hablar con los meseros, no podría faltar nadie con su copa de vino, pues se acercaba el anuncio del compromiso, al dar la vuelta choco contra algo duro, al levantar la vista se encontró con los ojos color miel de Luca que le sonreían.

—Lo siento— dijo al ver la mancha de vino en su ropa —he arruinado tu camisa…

—No tienes de que preocuparte, fue solo un accidente —al verlo sonreír sintió un hormigueo en su cuerpo, Luca estaba despertando algo que ni su esposo había despertado en semanas.

—Permítame, traer una camisa de Raphael para que se cambies, no puede salir así a la fiesta —dio un paso a un lado, para entrar en la casa.

—Yo le acompañó…

—No, es mejor que espere en el baño de invitados… —detuvo su avance, a pesar de su camisa, su mano pudo sentir su marcado abdomen.

Miró hacía donde estaba Raphael, gracias a Dios no estaba viendo…

—De verdad no es ninguna molestia si la acompaño… —ella terminó aceptando, sabía que era un error, sin embargo, deseaba su cercanía y la privacidad era una deliciosa y peligrosa tentación, su presencia le daba seguridad, algo que hace tiempo no sentía.

Sacó una de las camisas de Raphael y se las dio, él se desabrocho de poco a poco sin apartar la mirada de ella, su respiración comenzó agitarse y no pudo evitar no moverse el labio inferior.

Su torso era perfecto para una cosa que tenía en mente.

—Le gusta lo que ve… —sus palabras provocaron que sus mejillas se cubrieran de carmesí, nunca había visto de esa manera a Raphael, durante el mes no había dejado que la tocara, y no sabría por cuanto tiempo lograría eso.

—Lo siento, dejaré para que se cambie —iba a dar media vuelta cuando su mano la tomo de la muñeca, la atrajo a su cuerpo sin decirle nada ni permitirle reclamo alguno, tomo su nuca y poso sus labios sobre los de ella.

Era el primer beso que recibía con amor, no con agresión, sino con pasión, sabía que no debía permitirlo, pero su cuerpo no reaccionaba, el traicionero deseaba que sus labios la recorrieran por completo.

—¡Luca!...

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