Capítulo 14

Cuando besé a Juliett el tiempo se detuvo por completo. Nunca pensé que se pudiera experimentar algo así en la vida real y sentía que solo existíamos los dos en este basto universo. Si fuera por mí, hubiera continuado el beso hasta que mis labios no pudieran más producto del cansancio, pero debo destacar, que la acción de mirarnos a los ojos y reír al terminar de besarnos también fue memorable y hermosa porque sentía mariposas no solo en el estomago si no que, de pies a cabeza.

De repente Juliett dirigió su mirada hacia otro lugar y acto seguido nos separó de improviso. 

—¡Julieta! ¡Espérame ahí! —Juliett gritó en dirección a la ventana de donde miraba su hermana con una expresión de decepción.

Juliett tomó su vestido con ambas manos para evitar tropezar mientras corría y a pesar de que su expresión reflejaba preocupación en lo único que yo podía pensar es en que acababa de besarla ¡Que me había atrevido! y nadie me iba a quitar ese momento. Sinceramente yo no entendía porque Julieta estaría tan preocupada ¡Yo jamás me insinué hacia ella con un sentido romántico! No entendía porque Juliett quisiera apresuradamente darle una explicación.

Mientras seguía embobado agarré una copa de vino y me dispuse a caminar hacia donde se encontraban ambas gemelas y ayudar a Juliett con la situación. 

—Juliett, lo que para ti es la champan es para mí el vino, solamente que el mío no es dorado, si no, borgoño —pensaba en voz alta mientras levantaba la copa y seguía caminando con seguridad.

Como expresé anteriormente, no entendía para nada porque Juliett tenía que darle tantas explicaciones hasta que llegué a la puerta y escuché algo que no me esperaba. Sé que no está bien espiar a los demás,  pero no pude evitar quedarme quieto para escuchar.

—Julieta ¡Déjame explicarte! —decía Juliett con voz llorosa. 

—¡Eres una pésima hermana! —respondia Julieta.

—¡Yo no quise que fuera así! ¡Solo sucedió! —decía Juliett mientras intentaba tomar la mano de Julieta, pero esta se apartaba bruscamente. 

—¡Yo te dije que me interesaba y tú me animaste! —soltó Julieta—. ¡Decías que probablemente yo también le gustaba!

— ¡Y así lo creía! No tendría ninguna oportunidad de compararme contigo si eres perfecta ¡Nunca creí que se fijaría en alguien como yo! —confesó.

— ¿Y por qué creíste eso? —preguntó Julieta con una mirada fría. 

—Porque siempre ha sido así con los chicos que me han gustado ¡Siempre terminaban fijándose en ti! —gritó con lágrimas en los ojos. 

—¡No seas dramática, no siempre fue así! y las veces que sucedió rechacé a cada uno de la manera más educada posible. Algo que tú no puedes hacer por mi ahora.

—¿Que? —Juliett se limpió las lágrimas mientras intentaba comprender. 

—Termina con Jacob por mi —dijo Julieta mientras intentaba salir de la habitación. 

—Yo no te debo nada ¡No me hagas esto! —dijo Juliett mientras agarraba la mano de Julieta para detenerla. 

Había visto suficiente y antes de que me sorprendieran espiando salí rápidamente de ese lugar. No podía procesar todo lo que había escuchado ¿Desde cuándo que Julieta empezó a interesarse en mí? ¿Juliett no era esa persona despreocupada y segura que siempre creí que era? Necesitaba salir de ese lugar rápidamente. 

Decidí enviarle un mensaje a Juliett para que no hubiera sospechas y decidí irme "Creo que bebí de más así que prefiero irme a mi casa. Espero que puedas hablar con Julieta. Llámame mañana ¿Bueno? " - Jacob 

Pero no sería tan fácil el plan de llegar a mi casa en paz porque en cuanto lo hice mi padre me estaba esperando en su sillón preferido color mostaza con un diseño desgastado y opaco, era de esos sillones el cual con una palanca se puede desplegar una plataforma para que puedan descansar tus pies estirados. Este preciado sillón se encontraba en la sala principal de la casa y cuando entrabas a la mansión era el primer lugar al cual tu mirada se dirigía. 

—¿Qué haces despierto? —pregunté extrañado. 

—Pensando —contestaba mientras se sacaba sus lentes para la lectura y se estrujaba la sien.

—Es tarde —dije con un tono adormilado.

—¿Estuviste con ella no es cierto? —dijo mientras se levantaba del sillón. 

—¡Que importa! No entiendo porque te involucras en esto —dije harto de la situación. 

—¡Escúchame insolente! ¡Esa familia no es buena para ti! —gritó desesperado.

—Si no me das razones contundentes no puedo hacerte caso —me senté en una silla cercana porque de verdad estaba cansado. 

—No necesitas razones ¡Soy tu padre! ¿Eso no es suficiente razón para confiar?

Me levante abruptamente de la silla —¡Nunca fuiste un padre cercano así que no me vengas con sentimentalismos ahora! —grité con impotencia. 

Comencé a caminar con la intención de llegar a mi cuarto y detener esta conversación, pero mi padre no se quedaría con los brazos cruzados así que me siguió deteniéndome a mitad de las escaleras. 

—¡Aléjate de los Varcarnyo! —gritó deteniéndome. 

De repente esa frase desbloqueó un recuerdo no tan lejano. Me acorde de la nota que recibí con esa misma frase. 

—¿Así que fuiste tú? ¿El de la nota de advertencia?

—¿Que nota? —preguntó confundido — . ¿Alguien te mando una nota de advertencia? ¿Y ni con eso puedes entender?

Genuinamente parecía que él no había sido responsable de ese hecho, pero a estas alturas no sabía que cosas eran ciertas y que no. 

— ¡Entiende que esa mujer no te conviene! —gritó el Sr. Wintt para retomar el tema. 

Con eso ya era suficiente. No podía escuchar un segundo más como descalificaba a Juliett porque ella no era todo lo que él decía ¡Podía asegurarlo!

—Si hablamos de mujeres, tú no eres precisamente el ejemplo —solté.

Sé que dije que quería juntar las pruebas necesarias para encarar a mi padre sobre la carta misteriosa pero ya no podía más. Me daba igual si me lo negaba todo o si me contaba su versión manipulada, yo solo quería que supiera que lo descubrí. 

—¿Que sabes tú? —atacó.

—Lo suficiente —me acerqué a él —.Como por ejemplo que tuviste una amante. 

—¿Que? —se sorprendió. 

—No lo niegues, encontré una carta de tu amante en la oficina ¿Cuánto tiempo pensabas ocultarle algo así a mi madre? —mi impotencia comenzaba a subir de nuevo porque no podía aguantar imaginarme lo engañada que ha vivido mi madre. No se lo merecía. 

—Encontraste esa carta y aun así no entiendes que no debes acercarte a los Varcarnyo ¡Me trajeron desgracia a mí y ahora la historia se repite! —soltó con impaciencia. 

—¿Que? —dije impresionado —. ¿Que me quieres decir con eso?

—Me refiero a la carta y mi amante.

—¡Así que admites que si tuviste una amante!

—Y fue la peor decisión de mi vida meterme con una Varcarnyo.

No podía creer lo que mis oídos escuchaban ¿Su amante era una Varcarnyo? Esto confirmaba mi sospecha y encajaba con que el diseño de la carta era exclusiva de esa familia. De repente comencé a sentir que mis piernas se sentían débiles así que me senté en uno de los peldaños de la escalera. 

—Julia Varcarnyo —siguió hablando —. Dueña y señora.

Pero yo ya no quería seguir escuchando más. No podía creer lo que me estaba confesando.

—Madre de Julieta y Juliett.

—¡Basta! —grité con desesperación porque con cada palabra que seguía soltando me sentía peor anímicamente.

Antes de huir del lugar y dejar de verle la cara a mi padre necesitaba decirle dos cosas. 

—La carta —decía mientras me levantaba del peldaño —. Estaba desgastada por los años así que no sabía quién era la dueña de tal escritura —solté.

—De todos modos, lo hubieras descubierto por tu cuenta tarde o temprano.

Y eso era verdad, me conocía muy bien. Era mi padre después de todo. 

—Una última cosa —dije mientras le daba la espalda —.En la carta dijo que debía decirte algo muy importante, pero está tan desgastada la tinta y el papel que no pude leer los detalles ¿Al final te reuniste con ella para que te dijera eso tan relevante?

—Fui al lugar que acordamos, pero ella nunca llegó. Después con el tiempo me enteré de que Richard había descubierto nuestra aventura y nunca más la volví a ver y ella no se comunicó más conmigo. Con el paso de unos pocos años me enteré por el periódico que había muerto de una enfermedad. 

—¿Quién es Richard? —pregunté. 

—Ese es el nombre del padre de Julieta y Juliett. Richard Varcarnyo.

—No lo sabía —confesé —.Pero ¿nunca intentaste buscarla de nuevo?

—Si, pero luego descubrí que no estaba muy bien mentalmente. Nunca supe exactamente lo que tenía —.¡Me la arrebató!

Ahora si todo encajaba. Julia le escribía a mi padre con las esquelas que usaba en ese tiempo el Sñr. Varcarnyo, al ser la esposa tiene sentido que tuviera acceso a la papelería de la casa. Al enterarse del amorío de su esposa no me sorprendería que descubrió algunas cartas quizás y tendría sentido que haya cambiado el diseño años después para no recordar esa infidelidad y la humillación que debió haber sentido.

El tema me estaba agobiando más de lo que esperaba. Me arrepentía de haber hecho tantas preguntas porque mi cerebro se sentía agotado de tanta información recibida y que haya estado de fiesta horas antes no ayudaba. Además, sabía perfectamente que mi padre no se arrepentía para nada de haber engañado a mi madre, lo notaba por su expresión y como le cambiaba la mirada cada vez que recordaba a Julia. No necesitaba escuchar de su boca que no sentía ni una pizca de arrepentimiento. 

Sin más que decir, me dirigí al cuarto para poder dormir un poco. 

—Grábatelo en la cabeza ¡Aléjate de esa familia! —gritó mientras se alejaba de mí. 

La que se supone debió ser una noche maravillosa, se arruinó completamente. 

¿Sabes Juliett? No sé cómo habrá sido Julia con mi padre como para que sintiera que valía la pena traicionar su matrimonio. Pero te juro que ¡Yo no soy como él!

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