JENNA
En cuanto pronunció esas palabras, lo siguiente que oí fue el sonido de sus cubiertos contra el plato.
Así, sin más... siguió comiendo.
Actuando como si no me hubiera estrangulado por el cuello unos segundos antes.
Me quedé allí sentada, en estado de shock e incredulidad, respirando profunda y lentamente para calmarme.
Me estaba ayudando, pero muy lentamente.
Mi mente seguía yendo a mil por hora.
Era como si acabara de volver a la realidad tras un profundo trance. Ocurrió tan rápido que mi cerebro no podía comprenderlo.
¿Solo hice una pregunta y casi me mata por eso?
De repente, su voz interrumpió mis pensamientos y me devolvió a la realidad.
«Llevas minutos mirando la comida, come», dijo con la voz más normal y tranquila que jamás había oído.
Su normalidad era aterradora.
¿No era él quien había hablado antes?
«¿Hablas en serio?», le espeté, y en ese momento supe que la había cagado.
«Mierda», maldije en mi mente al darme cuenta de que acababa de hacer otra pregunta.
«Oh... eso