“Un espacio para dos” PARTE 3
— Puedes dejarlo en mi habitación.
La voz de Gratia se deslizo suavemente detrás mía, a medida nos adentrábamos a su casa desde el garaje, ese que hasta ahora no había conocido.
Intentaba no dejarme llevar por la repentina timidez que me generaba el estar en su casa, a solas, pudiendo pasar cualquier cosa entre nosotras.
A medida que subía los peldaños de la escalera principal, siendo muy consciente de como la mujer que mantenía en un pulsar frenético mi corazón, me seguía en un completo y cómodo silencio, un cumulo de cuestiones comenzó a aglomerarse en mi cabeza.
¿Dormiría con Gratia? ¿En la misma cama?
Mis mejillas se calentaron ante la repentina idea de sentir su cuerpo contra el mío, en una calidez inofensiva,