Después de despedirse de su familia en medio de lágrimas, llanto, y unas terribles ganas de salir huyendo y perderse en el bosque. Salió de su casa, aquella en la que tantos momentos felices había pasado, con alguna de sus cosas, y las otras en un baúl.
-Estás muy callada- le dije Juan Miguel.
-¿Cómo quiere que esté?- le preguntó con ojos tristes- Usted, ha arruinado mi vida.
-No lo veas así- le dice sereno- puedes tener una buena vida a mi lado.
-¡Pero no le amo!- dijo Julia, con voz temblorosa y ojos cristalizados- ¡seré infeliz!
-Solo si así te lo propones. Ahora eres una Centeno de las casas.
-No me honra su apellido señor, es un apellido que nunca anhelé.
-Muchas lo desean- le dijo con ceño fruncido.
-Muchas, menos yo, señor. Hubiese escogido a una de esas que anhela ser su esposa.
-Te he escogido a ti.
-Por me