—Señor… señor Baker, buen día —digo saludando al padre de Joe
—¿Estás bien?, ¿te he asustado? —niego varias veces y coloco la taza de su café con el tacto algo tembloroso.
—Gracias —dice antes de comenzar a prepararlo—. ¿Has descansado?
—Si señor —él asiente
—Ayer Corina ha llegado tarde y mejor he ido a cenar con un par de amigos, parece que la cena de navidad se ha extendido y tiene trabajo para ti, en un rato bajará —asiento.
—Claro que si señor, con gusto —me giro hacia la preparación de los huevos revueltos.
—Rose querida, buenos días —dice Corina y yo me giro para saludarle—. Te agradecería un café.
—Claro señora —y pronto lo sirvo y coloco frente a ella.
—¿Adivina que? Estoy ya