—Maldición… —Jung removió la fea comida con su tenedor mientras su pierna se movía nerviosamente— maldición… —Mordió su labio.
El coreano dejó su desagradable comida a un lado y miró por el rabillo de su ojo al hombre que lo observaba desde la otra esquina de la habitación; cejas tupidas, cabello un poco largo y grasiento, contextura delgada y piel pálida… ¡Era el jodido secuestrador de niños que él y Patrick habían atrapado hace meses! ¿Cuáles eran las probabilidades? Aquel hombre no le quitaba la mirada