—Emilse —pronunció con disgusto—. Se atrevió a decirme que quiere abandonar el bosque.
Una punzada se hizo presente en el centro del tórax de Izan.
—Ah, ¿sí? —se aclaró la garganta—. ¿Y cuál fue su respuesta? —agregó, confiado en que diría que la solicitud había sido denegada.
—Esa humana me dejó en