Rosario, pensativa y dudosa desistió de la idea de trabajar en la Momposina, ella no quería encontrarse con Juan Manuel y que ese hombre la insultara, recordándole su pasado, cuando se disponía a retirarse uno de los trabajadores de la hacienda se le acercó:
—Señora buenos días —saludó. —¿Busca a alguien?
Rosario recordó que sus ahorros se le estaban agotando y la liquidación que debía recibir del gobierno por sus años de servicio en la escuela que se había cerrado no llegaba.
—Buenos días, busco a la señora María Paz.
—¿De parte de quién? —indagó el joven, por pedido de Joaquín, y después de que su esposa recibió como regalo una serpiente, los empleados de la Momposina, tenía