Francisco llegó a casa de su madre con su pequeña hija, con quién estaba muy molesto por el incidente del parque, abrió la puerta, y su corazón se alegró al ver a Angélica, en su casa; sin embargo, la joven venezolana ni siquiera lo miró.
La señora Julia, se acercó a saludar a su nieta, se dio cuenta de que Samantha había llorado y estaba triste, el semblante de su hijo, por el contrario, era de contrariedad.
—¿Qué pasó mi niña? ¿Por qué tienes esa carita?
La chiquilla inclinó la cabeza, abrazó a su abuela y se puso a llorar, la madre de Francisco, con la mirada y en un suave murmullo preguntó.
—¿Qué sucede?
—Samantha, volvió a escaparse está vez con el hijo de Carlos, estuvimos como locos busc&aa