Busqué desesperadamente por cada habitación de la casa hasta encontrar a Holden. Varios hombres estaban protegiéndolo, así como ayudando a montar una especie de habitación de hospital. Había muchos implementos y máquinas clínicas a su alrededor.
Me acerqué a la camilla donde se encontraba inconsciente y mi corazón se estrujó en mi pecho. No me abalancé sobre su cuerpo por temor a lastimarlo o abrir sus heridas de bala. Se veía tan indefenso, pálido y diferente estando ahí acostado, sin moverse y sin hablar.
Me hice a un lado mientras terminaban de acomodar todo y lo instalaban correctamente. No podía dejar de llorar. Creo que nunca en mi vida había llorado tanto como hoy, y el día todavía no ha terminado.
Cuando terminaron, me acerqué a la camilla y me senté a su lado, tomando su mano con suavidad y mirando sus lindos ojos a la espera de verlos una vez más. No pienso moverme de aquí hasta que mi esposo no se despierte y me diga que todo está bien.
Con mi otra mano acaricié lo más que