Carlos despertó con una jaqueca de los mil diablos, en medio de la ciudad, sentado en la acera totalmente desnudo. Y las risas de los que pasaban a su lado lo hicieron enfurecer, pero simplemente se montó en su camioneta y volvió al rancho. Al pasar frente a la casa de Emily detuvo su auto, iba a bajar cuando dentro de su vehículo apareció Vlad.
—Señoría.
—Espero que disfrutaras de mí regalito.
—¡Usted me envió a la ciudad!
—Esta vez fue solo un juego, deja de cruzar la línea, ella es mi nuera, está con mis hijos. No vuelvas a ponerle la mano encima.
—Es mía, mi compañera.
—No seas idiota, ella no es tuya. Te has encaprichado y creo que, si no tomo parte en esto, si no intervengo ya, vas a seguir causando molestias.
—Me mantendré lejos.
—Eso espero.
En casa Emily escuchaba a sus compañeros. La muerte de Moonwalker la dejaba con un sabor agridulce, porque le había gustado su presencia mientras charlaban mentalmente.
—Pienso que...
Hermanita.
¿Moonwalker