Hermana, me gusta tu esposo
Hermana, me gusta tu esposo
Por: Gi Dominguez
Capítulo 1

—Sí acepto.

 

La novia, tenía la sonrisa más resplandeciente, en todo el salón. Su pareja, la miraba con aire soñador esos ojos brillaron el momento que ella, no pudo evitar sonreír enormemente.

 

—Yo también acepto —comentó y finalmente el cura que estaba enfrente de los dos, los nombró marido y mujer.

 

Ambos se besaron, después de dichas palabras y en ese preciso momento fue cuando mi corazón se quebró.

 

Suspiré y bajé la mirada, sintiéndome en parte culpable.

 

Estaba enamorada del esposo, que recién se había casado durante tantos años.

 

Ahora verlo feliz junto con mi hermana me hacía doler el corazón. Voy a bajar la mirada sin mirarlos, cuando pasaron felices tomados de la mano junto con mi hermana.

 

Ambas no éramos parecidas para nada: ella tenía el pelo castaño y los ojos marrones oscuros; mientras que yo tenía el cabello dorado con los ojos colores color avellana.

 

Todos decían que yo era más bonita que mi hermana. Pero de igual forma le había elegido a ella. 

 

Unos días después, me encontraba en el patio de mi casa, la relación con mi madre nunca fue de las mejores, así que intentaba todo lo posible para estar lejos de ella. 

 

Suspiré, notarialmente veces, hasta que mis pulmones se desinflan.

 

Me puse de pie, lo hice sosteniéndome de las paredes para no caerme.

 

<<Odio mi vida...>>

 

Me encontré un poco confundida y con el corazón bastante perdido, no obstante intenté con todas mis fuerzas no sentirme en parte vacía. 

 

A pesar de eso, miré a mi alrededor para concentrarme y poder salir hacia el exterior. En cuanto pise la vereda,la cual estaba un poco distorsionada, y casi me doy un tropezón, levante la barbilla.

 

 Al momento de que una persona me habló. Era emma, mi hermana.

 

La misma me miro con curiosidad, al parecer yo siempre había sido la pobre hermana. 

 

—¿Estás bien..? —quiso saber.

 

—Sí —dije simplemente me di la vuelta para volver a ingresar a mi casa pero ella, me detuvo. 

 

Pude sentir el agarre de su muñeca alrededor de la mía.

 

Al levantar la vista, la miré con curiosidad. 

 

—Quiero que vengas a vivir conmigo y mi esposo.

 

Al decir esas palabras, la miré sorprendida. 

 

<<No, yo jamás podría estar cerca de alguien a quien amo>>, pensé. 

 

Pero mis palabras dijeron otra cosa.

 

—Está bien...

 

Me sentía tan torpe.

 

Y en silencio, no podía creer que había dicho eso. Pero, en parte estaba un poco cansada de tener que vivir en la misma casa, encerrada la mismas paredes y bajo los grises cuadros como que siempre me saludaban de.noche.

 

No me importaba demasiado, ni simplemente sonreír. Sabía que nuestra promesa como siempre había sido estado intacta por eso sabía que ella la iba a fallar.

 

Ni madre no se encontraba, así que con mi hermana aprovechamos para tomar todas las cosas de mi habitación, y yo poder marcharme.

 

 Mire de reojo, la cama vacía mi costado, donde anteriormente dormía ella.

 

—¿Y me echabas de menos? —quiso saber divertida.

 

—Un poco —dije divertida y le saqué la lengua. 

 

Nos llevamos tres años de edad, yo tenía 21 años mientras que ella tenía 24.

 

Suspiré.

 

Cuando tomé todas las cartas de amor, que la había dedicado al esposo actual de mi hermana.

 

Baje la mirada avergonzada, me sentía como la peor persona después de que ella me intentaba ayudar. 

 

Me tomó de la mano, cuando finalmente cargamos la camioneta nueva. Que seguramente el ceo millonario de su esposo la había comprado. Subimos, el encendió el vehículo, y sin mirar atrás avanzamos.

 

—Todo stará bien. Ya verás que viviendo conmigo vas a poder florecer. Puedes quedarte tiempo que quieras, mientras que empiezas a reconstruir tu vida ¿Qué te parece si vuelves a estudiar la universidad? esa sería una buena idea.

 

—Supongo que sí... —comenté un poco dudosa.

 

—Lo que es buena ideas, de igual forma ahora ya tengo dinero para poder ayudarte, y eso me hace sentir feliz. Me encantaría verte como la profesora que tú querías ser.

 

—¿Te acuerdas cuando jugábamos que yo era maestra y que tú eres mi alumna?  

 

—Y como siempre me desaprobadas —dijo divertida me sacó la lengua.

 

 Puso los ojos en blanco, y miré a través de la ventana. 

 

¿Cómo le podría decir estas palabras a mi hermana..?

 

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