Capítulo 2. Se acabó.

Brooke Turner

La pregunta queda en el aire, y es que yo nunca pensé que él llegara a este extremo, que hiciese algo tan vil y bajo como esto.

—Ganas no me faltan —se para cerca de mí, prácticamente respirandome en la cara para intimidarme, pero él no sabe lo que es capaz de hacer una mujer herida.

—¡Pégame! —hablo en voz alta —Si es lo que tanto quieres, veamos si eres tan machito para pegarme, ¡Pégame carajo! —me desgarro la garganta gritando mientras veo que su respiración se vuelve pesada y su pecho sube y baja.

La ira, la rabia y la decepción se apodera de mí, no pienso ni razono y tampoco quiero hacerlo, quiero dejarme llevar por el impulso que siento ahora, quiero actuar.

Las manos me tiemblan y no mido las consecuencias cuando tomo la lámpara de la mesa y se la estrello en la cabeza, haciendo que se tambalee.

—Si tu no lo haces entonces yo sí —le digo mientras me abalanzo sobre ella estampando un puño en su falsa nariz, haciéndola sangrar, voy a lanzar otro golpe cuando él me toma de la cintura y me aleja.

Me muevo intentando soltarme, lanzando golpes y pataleando hasta que lo logro, y el me suelta bruscamente dejándome caer al suelo.

—¡Eres un animal, una buena para nada! Mira lo que le hiciste —me dice mientras señala a mi supuesta mejor amiga a la cual aún le sangra la nariz —¿Cuando vas a entender que no sirves para nada? Estoy jodidamente cansado de decírtelo, no eres buena madre, no eres buena ama de casa, maldición, ni una estúpida comida te queda bien y lo peor de todo es que ni eres buena en la cama, lo único valioso de ti es el estúpido dinero que aún no te entregan —me señala molesto.

No doy crédito a sus palabras, reuno fuerzas para levantarme mientras niego con mi cabeza.

—¿Te estás escuchando? Cómo se te ocurre decir eso cuando yo dejé todo por esta familia, por dedicarme a ustedes —hablo herida, mientras intento controlar mis emociones.

—¿Todo? ¡Por Dios Brooke! Ni siquiera puedes cuidar a nuestro hijo, siempre lo mandas a casa de tus padres —intenta excusarse —además, ¿Te has visto en un espejo? ¡Mírate! No eres ni la mitad de la mujer con la que me casé, yo no merezco estar con una mujer como tú, ustedes dos no tienen comparación alguna, ella es una diosa y tú… tú eres una bruja —habla con asco —sinceramente ni siquiera sé porque sigo casado contigo.

—Al fin dices algo sensato, aunque yo sí sé porque sigues casado conmigo, el interés puede más que cualquier cosa en ocasiones —me burlo— pero no te preocupes, que todo tiene solución, porque yo ni loca sigo casada con un desgraciado como tú.

—Quiero el divorcio —habla con firmeza.

—Ni que pedirlo tienes porque eso es más que obvio.

—Eso no es todo, quiero que te largues ahora mismo de aquí y ni se te ocurra llevarte nada, esta casa es mía y todo lo que hay aquí es mío, porque tú, buena para nada, no aportas ni un centavo aquí, vete ya, que nosotros construiremos nuestro hogar, aquí la única que sobra eres tú, porque incluso el niño se queda conmigo.

Escucho sus palabras y comienzo a reírme a carcajadas, evidentemente él se sorprende, pero yo no puedo contenerme.

En mi interior, sabía perfectamente que él me engañaba, estaba segura y por mucho tiempo estuve con todo preparado, pero por mi familia, por mi hijo, no había hecho nada en lo absoluto, pero estaba lista para dejarlo atrás, solo me faltaba averiguar quién era la sinvergüenza que estaba con él.

Su engaño ya no me duele, al menos no cómo lo habría hecho antes, tal como dijo, hace un buen tiempo que no siquiera tenemos intimidad, pero si él cree que va a ganarme, está completamente equivocado, porque desde mis sospechas, yo estoy dos pasos más adelante.

—¿El niño? ¿De verdad? —resoplo frustrada mientras veo como ambos se van vistiendo —si tu ni siquiera te ocupas del niño para nada, no conoces realmente sus gustos, sus manías, ni siquiera conoces su sabor de helado favorito.

—Deja de decir idioteces y terminate de ir —niego mientras camino hacia la cocina, lugar al que él jamás entra por su maldito machismo.

Abro las gavetas en busca del sobre que necesito, no lo consigo en las dos primeras y noto que él no me ha seguido, ha de estar consolándola.

Apoyo mis manos en la encimera, dejando caer todo mi peso sobre ella mientras respiro profundo, para tratar de asimilar todo lo que acaba de pasar.

«Calma Brooke, respira, esto ya lo veías venir, debes mantenerte serena» me repito varias veces, aunque sinceramente sea imposible, pero esta es mi salida, es la oportunidad para recuperar lo que un día fuí.

Tomo una última bocanada de aire porque lo que voy a hacer debe salir bien, necesito hablar con seguridad aunque las manos y las piernas me estén temblando.

Cuando regreso a la sala los encuentro vestidos, ella tiene un pañuelo en la nariz mientras él intenta consolarla.

—Ya que quieres el divorcio, pues aquí lo tienes —le muestro parte de los documentos y los dejo sobre la mesa—fírmalo de una m*****a vez y por fin serás libre de la maldición de estar casado conmigo —hablo con sarcasmo.

Él me mira confundido, no entiende cómo demonios tengo todo preparado.

—¿Qué significa esto Brooke? No entiendo un carajo.

Me encojo de hombros y le digo lo obvio.

—La demanda de divorcio, es lo que quieres ¿No? —le señalo el documento —fírmalo y serás libre.

—Pe… pero … —comienza a titubear —¿Cómo es que lo tienes tan rápido?

—Todo este tiempo tu me has visto la cara de idiota, de tonta —me río —sabia que me engañabas desgraciado y aún así me culpabilice por demasiado tiempo, pensé que era mi culpa que algo estaba haciendo mal.

—Es que es tu jodida culpa —me grita.

—¡No! Ya no más Ernesto, ya no vas a hacerme sentir como la peor persona del mundo porque no lo soy, aquí quien falló fuiste tú, no yo, por eso estaba preparada para este día aunque trataba de convencerme de lo contrario, firma la m*****a demanda de divorcio de una puta vez.

Él me mira fijamente mientras asiente y revisa el papel que le acabo de dar, solo espero su reacción al leer lo que le espera y no demora demasiado en mostrar lo infeliz que es.

—¿Te volviste loca? Primero muerto antes de firmar esta m****a. ¿El setenta porciento de mi negocio? ¿La casa? ¿Qué pasó con lo que prometieron tus abuelos que te darían cuando te casaras? Me corresponde una parte por soportarme tanto tiempo. Estás demente si crees que vas a quedarte con lo que me pertenece.

Obviamente me da la respuesta que esperaba, él es así, por eso lo ví venir. Saco del sobre las pruebas que necesito para presionarlo.

—¿Recuerdas esto? El convenio que hiciste con mi padre hace tres años, él te dió todo para que pusieras el negocio y te pidió solo una condición, "no engañes a mi hija" y mírate, además, aún no es tiempo para cobrar la herencia y tú violaste otra cláusula del testamento porque quién me engañó fuiste tú—le dejo las copias al lado de la demanda de divorcio —te conviene aceptar, además pido lo justo, el cincuenta por ciento me pertenece y otro veinte por ciento le corresponde a nuestro hijo, el cual obviamente por ser menor de edad no puede manejar sus acciones, así que estás quedarían en mis manos.

Él resopla frustrado.

—Eres una perra, ¿Tenías todo planificado verdad? Esto querías desde un principio, lo sé, a mí no me engañas con tu cara de mosquita muerta.

—Déjate de zandeces y firma de una buena vez si no quieres que te demande por adulterio y te deje sin nada, ni siquiera con la ropa que cargas, porque las pruebas para acusarte me sobran —hablo firme, cansada de esta situación.

—Tu ganas Brooke —toma el bolígrafo y firma el documento, haciendo que un peso enorme se me quite de encima —pero esto no se queda así, tú me las vas a pagar.

Giro mis ojos cansada de escucharlos. Los miro fijamente mientras recojo los documentos y suelto mi última advertencia del día.

—Tienen dos horas para largarse de mi casa, recoge tus cosas y vete, agradece que al menos te dejo llevarte tu ropa —tomo mis llaves y mi cartera —Gracias por demostrarme que de nada sirve creer en las personas, porque por mucho que digan quererte al final terminan decepcionandote —abro la puerta para marcharme e ir a entregarle los documentos a mi abogado —ya saben, dos horas, ni más ni menos, sino los tendré que echar a patadas con la policía.

Salgo de mi hogar, ese que tanto nos costó construir con lágrimas en los ojos, por muy molesta que esté, por mucha venganza que quiera soy humana, y me duele, me quema en el alma su traición y agradezco que mi pequeño esté con mis padres, no me hubiese gustado que el me viera así.

Subo a mi auto y lo pongo en marcha, necesito poner distancia entre esos mal nacidos y yo.

Mientras conduzco, mis ojos se empañan a causa de las lágrimas, a tal punto que debo detenerme, mi pecho duele, duele cómo nunca lo ha hecho.

—¡Malditos, malditos, malditos! Me las van a pagar —grito mientras golpeo con furia una y otra vez el volante —ahora sí van a conocer quien es realmente Brooke Turner.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo