—¿No podré convencerte verdad? —suspira derrotada, con mi negativa — ¿entonces quieres las cosas por las malas?
Va a amenazarme la muy descarada.
—¿Con que vas a salir ahora?
–Este imperio que tienes—ondea su dedo—puedo quietártelo—arrugó entrecejo y miro a mi colega que desvía su mirada y sé que algo me oculta.
—¿De qué hablas??
La observó mal.
–Que, si no aceptas la presidencia, me veré obligada a cerrar este lugar de perdición–mi sangre empieza a hervir.
—¿Y cómo harás eso?
Me intriga saber.
—Tienes un contrato con la empresa, de donde crees que pudiste remodelar y hacer este el mejor antro de las vegas.
Que me jodan
—Aleksy—le grito con ganas de tirarlo de este segundo piso y ver su sangre manchar los pisos—ven— lo mato, juro que lo hago donde sea lo que pienso —y explícame que