MEGAN

Las imprudencias de mi hermana son difíciles de olvidar. E imperdonables.

No he sido capaz de dormir, ni siquiera he sido capaz de salir del cuarto durante dos días enteros porque no quise dar un paso apresurado por mi enfado. Supe aprender de mala manera que tomar decisiones con la cabeza caliente no es para nada bueno, por eso me tomé un tiempo para pensar y lo hice.

Muy a pesar de las ganas que tengo de derrumbar todo este lugar en un solo día, después de todo creo que disfrutarlo un poco no está para nada mal. Y si quiero dar el golpe final a mi querida hermana, tengo que comenzar a planear su caída.

—¿Vienes a desayunar hoy?—pregunta Jude, levantándose del sofá después de dormir allí una noche más.

—No, saldré temprano.

Él me mira con el ceño fruncido.

—¿Te cansaste de darnos paz? ¿Qué planeas ahora?

Sonrío levemente, alzando ambas cejas.

—¿Qué? ¿Acaso temes a mis movimientos?

—Temo a lo que puede pasarte si sigues de esta forma. Mi tía...

—Tu tía realmente me da