— ¿Diga? – Contesto y escucho la retahíla al otro lado de la línea — ¡Andy, bonita cálmate! – me fij en la cara de Leila y ruedo los ojos. Pongo el aparato en alta voz.
— ¡Está bien, disculpe jefe! – la Muñeca mira de reojo y veo que se ruboriza. Sonrío.
— ¡Bien Nena! ¿Qué sucede? – pregunto adoptando un tono profesional.
— Tengo a Brennan sosteniendo a un sujeto que grita obscenidades en el rellano del club llamándolo – suspiro, no tengo idea de que loco será.
— ¡Voy para allá! – me encuentro cerca.
Bajo al estacionamiento y me ubico frente a la entrada, salgo del auto bordeándolo y abro la puerta del coupé para que mi preciosa acompañante salga,