Llegamos a la casa y la verja se abre de manera automática como el de la mía, pero este lo hace lateralmente. Al bajar del auto mi amigo se echa la llave al bolsillo y me toma de la mano, su madre ya nos espera en la puerta y me abraza cálidamente.
— ¡Reina! – Siempre me ha llamado así — ¡Tiempo sin verte! ¿Tienes hambre? – Niego — Cielo ¿no es muy temprano? – pregunta con el ceño arrugado.
— ¡Hola Ma! Si bueno, es que ambos salimos porque los profesores no llegaron – asiente sin creerle una palabra.
— ¿Y Alice? – pregunta y yo lo miro a los ojos ¿Qué pasa?
— Ella… tenía algo que hacer… con su mamá – tartamudea.
— ¡Ay por Dios Tontín, se iban