Tres meses después...
Aun pienso en él, todavía mi cuerpo tiene esa necesidad de sentir sus caricias y sus labios sobre mi piel, arrasando con todos mis sentidos y llevándome a esos lugares oscuros de perversión deliciosamente sensual. Lo amo, eso es un hecho que no puedo evitar. Moriré haciéndolo.
Sin embargo la posibilidad de perder a mi padre me ha hecho dejar los pensamientos acerca de él a un lado concentrándome en el juicio por su liberación.
Pero no todos los pensamientos se van.
Todos se encuentran acumulados. Los recuerdos pugnan por aflorar y hacerme claudicar cada vez que el Dr. Serrano viene a verme o cada que voy a un chequeo de mi piel. El consultorio me lo recuerda, la Dra. Stevens también lo hace, sobre todo porque ni siquiera levanta la vista para mirarme. Mi corazón se deshace cada v