— ¡Nadine, que bonita sorpresa! – la observo directamente a los ojos.
Ahora noto la diferencia aunque en aquel momento no lo vi, son idénticas, pero esta mujer parece un verdadero demonio, su expresin de odio y frustración la pueden y se le nota la seguridad que tiene por encima, la soberbia que le voy a hacer tragar para que ns deje en paz de una puta vez.
— Realmente pensé que no vendrías – sonríe. Giro completamente dando la espalda a la barra y acomodando los codos de lado a lado sintiéndome el rey, como en otros tiempos —, es que no creí que tuvieras las agallas, ya que andas enamorado de una fresita – niego.
— ¡Ya no más cariño, ya no más! – le doy repaso descarado y se siente en la gloria —. No me acepta, sabe lo que soy y se niega a q