Capítulo 6

Mario

—Crees que eres el problema y no es así, tú eres la solución— esas palabras siguen sonando en mis oídos, ella sigue sin dejar de torturarme por dentro, su confesión fue dura para mí, al igual que sé que fui duro con ella. La deseaba, era evidente, pero ¿amarla?, no señores, eso era imposible. Que me llamen inmaduro, que digan que la forma de comportarme y de negar lo que ya sabía es de un niño mimado o lo que sea. No podía ni quería ver la realidad de esas palabras, no era bueno lo que ella decía.

Puede provocar ternura en mí, que sus labios llamen mi atención y que la forma que me mira me erice la piel, pero solo eso. No hay más ni debe de haber más.

A veces la distancia es la mejor cura para seguir caminando, incluso cuando sientes que lo único que quieres es estar cerca.

—Necesito que pidas comida preparada y que la lleven a mi casa, sobre el mediodía. — Le pido a mi asistenta personal—. Que esté acompañado de una nota— ella escribe en su cuaderno—. "No voy a regresar a casa, puedes llamar a Amelia y que pase la noche contigo. Volker sabe que no estaré hoy. Nos vemos mañana". —Karen toma nota y después se marcha mientras pienso que tanto he hecho para que ella acabará enamorada de mí. Quizás el único culpable de esto fui yo y no me había dado cuenta.

La mañana fue larga e intensa, tenía muchos proyectos en manos y uno de ellos era la fundación que había creado para las mujeres que sufrían maltratos a manos de sus maridos.

—Señor Molina, la comida ya llegó a su casa y fue recibida.

—Gracias, Karen.

Tenía pensado pasar el resto de la tarde en mi oficina. Después cenaría en el restaurante del hotel que había cogido para esta noche. Le tuve que decir a Volker que tenía que ir a una reunión importante en Escocia. Sí, mentí.

Sé que estoy siendo un cobarde y no lo niego.

Era huir para no lastimarla. No quiero herirla y que ese amor que tanto dice que siente se convierta en odio. No quiero criar su desprecio porque eso sí que me mataría de cualquier forma.

Reaccioné con el ceño fruncido a la notificación que me acababa de llegar.

—Gracias por la comida, pero no era necesario. Sé cocinar.

Con la mandíbula tensa preferí no contestar, sin embargo, minutos más tarde me llega otro mensaje.

—No es necesario que Amelia pase la noche conmigo.

La tensión baja por mi cuerpo.

Llega otra notificación:

—Tengo planes y no dormiré en tu casa. Espero que lo pases tan bien como lo pasaré yo. Nos vemos mañana, Mario.

El corazón empezó a latirme muy rápido contra el esternón.

¿Cómo que se lo pasará bien? ¿Qué plan tenía y porque me lo estaba haciendo saber de esa manera? ¿Acaso quiere provocar en mí unos celos que no tenía?

No recibí más mensajes. ¿Qué pretende, que desafíe las leyes de la física? ¿Qué vaya en contra de lo que pueda llevar a la locura? ¿Qué intentemos algo que acabará con la amistad que tenía con su hermano?

Está jugando contigo— me repito para dejar de darle importancia.

La oscuridad de la noche nubló mi mente de una manera tan intensa y aterradora que estaba que no podía mantenerme quieto. Caminaba de un lado a otro mientras pienso qué significaba lo que me quiso decir.

—¿Saldrá con algún chico? — me pregunté a mí mismo—. ¿Y, que hay con eso? Está en la edad de... — me detengo.

Parecía que caminaba sobre el abismo. ¿Por qué me sentía de este modo?

Flashback

Deberías de aceptar ese acuerdo y dejar que otro aporte a la fundación. Es buena la oferta— Volker habla mientras miraba la pantalla de su portátil. Estaba revisando un contrato el cual no iba a firmar por muy tentador que resultara. Aquella tarde me había invitado a comer en su casa.

—Y ese mismo hombre fue denunciado por maltratos, pero su influencia lo llevó a salir impoluto porque sus millones hicieron callar muchas bocas y dejó a su mujer como una mentirosa que se autolesionaba. — Me sentí enfermo al recordar aquella noticia que en su día era la bomba en todos los medios—. Voy a por una cerveza, ¿te apetece una? — pregunté antes de salir del salón en busca de esta. Mi forma de calmar mis nervios es romper el ambiente en donde se había formado, siempre fui así y recuerdo cuando mi cuñada gritó frente a Lili y a la familia que ella le había cortado los frenos a su auto y que por eso Abel había sufrido el accidente. Me lastimé la mano contra la pared y me alejé de aquel pasillo.

Camino hasta la cocina, sin quererlo y con el rabillo del ojo detecté la figura de Leyna. La puerta de su habitación estaba media abierta y está se había quitado el vestido que llevaba y se quedó en ropa interior. En ese momento, en ese maldito instante, despertó el epicentro de mi deseo y la palpitación por el endurecimiento de mi miembro, me dejó encerrado por más de quince minutos en aquella cocina. Semanas después de aquel día me di cuenta de que su forma de mirarme no era como lo hacía antes y yo también la observaba de una manera distinta. No sé, cómo mujer sin dejar de ser niña.

Fin del flashback

Siento que no soy dueño de mí mismo, porque mis pies me habían traído hasta mi casa y en silencio había entrado dentro.

¿Estaba deseando encontrármela ahí y que Leyna haya jugado conmigo con esos mensajes? Pues sí, eso era lo que quería descubrir.

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