Kimberly sabía que el amor que sentía por Liam no moriría de la noche a la mañana, además que ese bebé que estaba esperando los uniría de por vida, debía anestesiar su corazón, debía acostumbrarse a ver a ese hombre que se le había metido por debajo de la piel, tendría que acostumbrarse ya que solo tenía dos opciones, amarlo de lejos o tratar de matar el amor que sentía y seguir con su vida.
A la familia Bach no les causó simpatía saber que el infiel estaría en la mansión conviviendo con ellos, pero Kimberly sabía lo que quería, era su vida y decidió tomar las riendas de ella.
Si bien al momento de darle el alta Samanta le recomendó reposo por unos días, Kim tenía cartas que jugar.
— Me gustaría pedirte algo.
— Claro, dime.
— &ique