La amistad recíproca era algo que Adhara había aprendido en aquel lugar.
Está no dejaría en aquel lugar a Munro, un hombre justo y bueno que le había enseñado el valor de la amistad y la familia por sobre todas las cosas, este le había dado aquello que ella carecía, nunca había tenido la oportunidad de tener una familia e incluso, llevaba muchos años sin tener a tanta gente cerca, de esos que se preocupaban por lo que ella necesitará.
Su manera de corresponder era desde el cariño y las acciones.
— ¡Munro! — le dijo en cuanto lo vio, este estaba golpeado y adolorido por el trato que Duncan le había dado, pero si eso salvaría la vida de su hijo, recibiría uno y miles.
— ¿Qué haces aquí, pequeña? — le pregunto en cuanto la vio en aquel lugar, Adhara no pudo evitar sorprenderse ante como se veía físicamente y era algo de esperarse, pues si rostro era un completo desastre y por más de que intentará evitar mirarlo, le resultaba imposible.
— ¿Que te ha hecho ese monstruo? — preguntó al aire,