CAPÍTULO 36.- segundo fragmento

Una semana pasó muy rápido para el gusto de Gabriela, desde la discusión con Jose todo se volvió algo confuso. Espero que él volviera a hablarle después de unas horas, cuando llegó la noche, pensó que tal vez había enojado mucho a su novio.

Lo buscó en su casa, pero no lo encontró. Simplemente se acostó y pensó en darle a Jose el espacio que necesitaba.

Cuando ya su enojo se esfumo puso las cosas sobre la mesa imaginaria en su mente. Sabía que había sido muy cruel con su mate, ella lo sabía, no quiso herirlo. Amaba a Jose demasiado para querer herirlo de verdad, pero estaba tan acostumbrada a decir cosas terribles todo el tiempo sin consecuencias que no se media en lo absoluto.

Su familia la entendía, Gabriela desarrolló sus sentidos demoníacos más temprano que su hermano o su primo. Gabriela se alimentaba del mal inconscientemente desde niña sin darse cuenta. No era como Alan, que solía absorber la maldad en cantidades exorbitantes y tener el poder de destruir una ciudad entera. Sin
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