GRIS
Me quedo congelada un instante al ver al padre de mi hijo con ojos llenos de rabia, Nathaniel se separa de mí y yo carraspeo ligero recobrando mi postura, el que siga viéndome como un bicho al que debe aplastar, me sigue recordando que me odia pese a saber las cosas. Algo que nunca cambiaré, no importa lo que haga o cuanto me esfuerce, Dylan me odia y tengo que aprender a vivir con ello.
—Buenos días —susurro.
—Que hay, Hans —lo saluda Nathaniel tomando asiento.
La tensión es tanta que no lo soporto y me giro dándoles la espalda para seguir con lo mío.