Él alzó la voz de inmediato y le gritó:
—¡Mocoso! ¿Acaso quieres morir?
Fane arqueó una ceja y respondió con calma:
—Esto se llama reciprocidad. No te conozco, así que ¿por qué debería responderte de buenas a primeras? Si quieres que conteste tu pregunta, empieza por responder la mía.
Daciano apretó los dientes, su frente se marcó con venas hinchadas de furia. Giró la cabeza hacia Querubín y le dijo con rabia contenida:
—¡Hermano! Este tipo solo quiere provocarnos. Ya no me importa nada, lo voy a moler a golpes para que aprenda a no meterse con nosotros.
Justo cuando estaba por atacar, Querubín lo detuvo con una mano y frunció el ceño.
—No te apresures. Este tipo tiene algo raro... Para evitar problemas, no podemos actuar sin pensar.
Después de todo, la misión que llevaban a cabo debía mantenerse en secreto. Si algo no cuadraba, debían buscar una solución sobre la marcha, no dejarse llevar por sus emociones. De los que estaban frente a ellos, todos parecían irrelevantes salvo el que ib