Después de decir esas palabras, Adrián esbozó una risa irónica y apartó la mirada. Fane suspiró con resignación. Encontraba ridículas a esas personas, y ya no sabía qué más decir. En ese momento, una idea surgió en su mente.

Si actuaba demasiado agresivamente y despertaba la cautela de Adrián, ese podría negarse a apostar con él. Eso significaría perder la oportunidad de obtener la raíz Brahma del Alma, que era mucho más valiosa para Fane que el fruto de la Aurora Espiritual, valorada en siete u ocho millones. Incluso si no obtenía el fruto de la Aurora Espiritual, no podía permitirse perder la raíz Brahma del Alma.

Con esa idea clara en su mente, Fane levantó las cejas, sus ojos giraban inquietos. Ya había tomado una decisión: no debía ganar la apuesta de manera aplastante, ya que eso solo pondría en alerta a Adrián.

Fane emitió un leve murmullo, y sin dudar más, comenzó a canalizar su energía espiritual. Una energía gris oscura giró en su palma, y él la inyectó en la piedra celestial