CAPÍTULO 39

Gaia intentó abrir los ojos, pero parecía demasiado difícil. Tenía el cuerpo entumecido, cansado, como si hubiera tenido una larga jornada de pesados ejercicios. Intentó reconocer qué parte de su cuerpo la obedecía mejor, movió un poco los dedos, las manos, sintió la suavidad de la sábana de seda y un escozor en la nariz. La luz era baja y no le molestaba sobre los párpados, buscó un punto de referencia y la niebla alrededor pareció aclararse poco a poco.

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