CAPÍTULO 16

Gaia pensó que iba a paralizarse en medio del muelle, que la visión de los cuatro mega yates de cien metros de eslora y cincuenta camarotes cada uno, a punto de zarpar hacia mar abierto, la haría temblar bajo una mala premonición; pero fue todo lo contrario.

Llevaba un vestido color lila que le llegaba a las rodillas y apenas le cubría los hombros con un par de tirantes anchos, vaporoso y volátil, así que agradeció la poca brisa que había en el puerto a las ocho de la mañana. Alessandro se detuvo junto a ella y le rodeó la cin

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