CAPITULO 6

                                                        SEGUNDA PARTE

                                                                Contigo

EL SIGUIENTE ESCRITO PERTENECE AL BLOG PERSONAL DE RAPHAEL DUVAL "AHOGADO EN TINIEBLAS" QUE FUE CREADO EL 30 DE JULIO DEL 2011.

"Porque todo lo que pasa tiene un propósito, o ¿Tal vez no?"

La familia es lo más importante...

Estoy de nuevo detrás de una pantalla como todos los días, no puedo mostrar mi rostro al mundo, no es porque sea feo, tal vez no lo soy... pero he hecho cosas terribles y hoy voy a confesarme en este blog que quizás nadie lea, no lo sé, no sé dónde se miran las visitas, igual no me importa. Quizás crear este blog fue un error, pero ese error es con el único que puedo desahogarme porque la mujer que amo, querido lector, no me ama y, antes de contarles lo malo que hice, les contaré sobre ella, al final todo lo que hago lo hago por ella, porque fue y sigue siendo algo caótico y hermoso a la vez.

Aún recuerdo la primera vez que la vi, fue en septiembre del 2007, hace bastante tiempo ¿verdad? Estábamos iniciando un nuevo año académico. Tenía que escribir un discurso para unos estudiantes de la escuela que nos visitarían en las instalaciones de la universidad, cursan el último año y mi propósito era motivarlos a ingresar a nuestra universidad. Era algo realmente fastidioso. Me ofrecí, aunque no voluntariamente, sino porque obtuve malas calificaciones los años anteriores y "tenía que mejorar".

No tenía la mejor vida, muchos problemas en casa me impedían concentrarme, pero gracias a ese discurso podría recuperar las materias perdidas, nunca pensé que tomaría la mejor decisión; no obstante, eso no era todo, a pesar de que había redactado bien lo que iba a decir, cuando por fin pude hacer algo bueno en la vida, tuve el pequeño error de olvidar en casa la hoja donde lo había anotado, y no lo había memorizado. Estaba acabado, ya veía el final de mi futuro, si es que aún tenía futuro...

"Te veo preocupado"

Fueron unas simples palabras que dieron el inicio a lo más bello que pudo pasar.

Una chica alta, de cabello oscuro muy largo, hermoso y brillante, me hablaba y no sabía cómo responder, no estaban presentes las palabras adecuadas que debían salir de mi boca.

Soy Mircella, me dirigía al baño y te vi angustiado, supongo que eres tú quien va a dar el discurso de bienvenida, ¿Todo está en orden? tenía una voz dulce y tierna.

Olvidé mi discurso en casa, no solo les quedaría mal a todos, también podría perder todo No quería mostrarme débil ante ella, sin embargo, ya lo había hecho desde que la vi.

¿ERA ACASO UN ÁNGEL?

Relájate, trata de memorizar todo lo que puedas, en lo posible improvisa, no tiene que ser algo largo y aburrido, trata de ser tú, di lo que piensas. Deja los nervios a un lado, sé que puedes lograrlo.

Hacía mi vida suya en cuestión de segundos, al decir aquellas palabras de forma tan relajada generaba en mí, inspiración. Nos separaban escasos metros de distancia, pero podía escuchar palpitar su corazón y sentirlo conectado al mío. Fue realmente amable conmigo como nadie lo había hecho antes, ni mi familia, ni mis compañeros, nadie. Sus palabras de aliento me ayudaron mucho, no pude agradecerle o pronunciar alguna otra palabra porque salió corriendo buscando el baño, despidiéndose con un "Ten suerte".

Ten suerte...

Fue desde ese día que la amé, sería algo loco o tal vez obsesión, pero haría todo lo posible por hablarle, agradecerle por haberme dado fuerzas ese día. Logré decir el discurso bien, no era lo que esperaba, sin embargo, pude salvar mis calificaciones. Después de eso la busqué, pero no la vi por ningún lado, se había ido.

Esfumándose como el humo que se ha llevado el viento.

Averigüé su nombre completo, Anna Mircella Pierce, la última vez que la vi tenía 13 años, debe ser esa la razón de que me llamo tanto la atención cuando la vi en mi universidad. Trataba de seguirla a todos los lugares que frecuentaba, siempre acompañada de la misma persona, aquel castaño de rostro bonito era una molestia, nunca estaba sola. Intenté hablarle, pero de mi boca no salían más que un murmuro en vano. En ocasiones pasaba cerca de mi lado, pero no la saludaba, ni ella a mí, tal vez no me recordaba. Era demasiado tonto y tímido para acercarme. Para mi suerte ingresó a la misma universidad donde estudiaba. No fue fácil conseguir su número telefónico y dirección, jamás imaginé quién era la persona que vivía con ella... Charlotte. Su amiga no era precisamente la persona que más atesoraba en este planeta. Empecé a desistir de hablarle gracias a eso, pero luego recapacité, sabía que no debía dejarme desilusionar por aquel hecho. Volví a intentar poco a poco. Lo primero que se me ocurrió fue dejarle una nota de amor en su casillero, ¿Que hizo ella? La arrojó a la basura ¿Cómo podía ser así? ¿Dónde está esa chica dulce y cálida que conocí? Tal vez se murió como mis ganas de seguir intentando ser alguien feliz.

Sin embargo, pude continuar con mi vida, aún me dolía verla, aunque más que eso me odiaba por nunca ser capaz de hablarle, no obstante, podía vivir con la culpa, pero llegó aquel amargo día donde mi vida tuvo un gran giro de 180 grados, donde todo empeoró y empecé a ver que mi vida no podía ser más miserable.

Eran las 4 de la tarde, recuerdo la fecha, por más que intenté olvidarla no podría hacerlo. Diciembre del 2009, ya habían pasado dos años desde que conocí a Mircella, pero ahora no hablaré de ella, sino de una de las tantas cosas malas que he hecho, ese día me correspondía recoger a mi hermanito de la guardería, tenía taller de dibujo navideño, yo me encontraba bajo los efectos de las drogas, era la única forma de poder olvidarme de mis problemas. Había discutido en casa, las sesiones con mi psicóloga no servían mucho, ella no entendía que mi única salvación era Mircella, aunque no me hable, aquella chica que apenas me miraba o quizás nunca me dirigía una mirada, era todo para mí.

¿Ves? Otra vez hablando de Mircella, tengo que dejar de pensarla, pero, ¿Sabes algo más? No puedo.

El hecho fue que después de recogerlo nos fuimos en mi motocicleta rumbo a casa; en el camino no me sentía muy bien, empecé a marearme. Iba a detenerme, sin embargo, mis manos no obedecían, hacía que acelerará más y lo último que recuerdo fue una vía casi solitaria. Un perro apareció de la nada y se interpuso ante mí, traté de esquivarlo, pero perdí el control, la moto resbaló, nos caímos y todo el peso lo recibió mi hermano.

Desperté casi a medianoche en el hospital. Mi hermano llevaba muerto casi 8 horas, mi madrastra me culpaba de todo y mi padre... él solo guardaba silencio; en mi habitación solo se encontraba mi abuela, una de las pocas personas que me apreciaban, o tal vez sentía lástima. Entró mi padre con los ojos rojos, a punto de derramar lágrimas, trató de agredirme, pero mi abuela lo detuvo. Tenía mi brazo roto, un par de rasguños en las piernas, moretones en la espalda, y la cara hinchada, eso fue lo único que recibí.

Yo merecía estar en su lugar, yo no tengo propósito aquí, él era un niño alegre y lleno de vida. ¿Por qué te lo llevaste Dios? ¿Es verdad que existes o estoy hablando solo?

Entró mi madrastra a la habitación, no decía una palabra, pero no creo que haya entrado para ver cómo estaba, seguro quería matar allí mismo al asesino de su hijo. Tan solo era un niño de 5 años, ¿Que he hecho?

Raphael… dijo aquella mujer en un tono de voz bajo, la miré a los ojos en espera de cualquier palabra Ojalá hubieses sido tú.

Me dijo justo lo que ya sabía. Supongo que me demandó por conducir drogado, provocar la muerte de un menor y tal vez otro delito que inventarían de mí, no lo sé, nunca lo supe, fue hace años. Ese hecho terminó con mis ganas de seguir luchando, me sentía impotente, sin fuerza alguna para decir “estoy bien”.

Nicholas era un gran amigo, tal vez el único que tenía, trabajaba en la Universidad, me recomendó huir, que no volviera jamás, cambiaría mi nombre y haría una nueva vida fuera de Francia. Él se encargó de todo, me consiguió trabajo, le debo mi vida por eso. Le dijo a mi familia que mi muerte fue lenta, había sido atropellado gracias a un conductor borracho que se desvió del camino y acabó con mi vida.

"Es lo que merecía" fue la única respuesta por parte de ellos, o eso fue lo que expresó Nicholas, no entró en detalles. No quisieron recibir "mi cuerpo" resaltaron muy bien que alguien más se encargaría de eso, que alguien encontrara la manera de sepultarme cerca de mí madre; ella murió cuando me dio a luz, provoqué su muerte y la de mi hermano.

Pero, aun así, después que se calmaron un poco las cosas, regresé a mi país natal.

Aún tenía que intentar algo.

Y solamente lo hice para ver a la persona que amo, era la única que me daba esperanza, la que evitaba que me suicidara porque ella era el único motivo para seguir viviendo. Quería ver su sonrisa y su larga cabellera.

Y así fue como volví a Francia en septiembre del 2011, justo cuando van a iniciar un nuevo año académico. Si no estoy mal, Mircella entraría al penúltimo año.

Volví a conseguir su número gracias a Nicholas, él la vigilaba de cerca por mí. No era mi único cómplice en la universidad. Ese año tomé la decisión de arriesgarme de una forma placentera a hablarle, pero no, no en persona, aún no me atrevo a acercarme a ella, no después de lo que le hice. Si ella se entera de lo que le hice en el pasado, pierdo toda esperanza de estar juntos (quizás sea capaz de escribirlo, aunque eso traería complicaciones, puede que vaya a prisión).

Quería dar un gran paso con ella. Empecé enviándole mensajes, no fui tan constante al principio para que no me viera como un delincuente o un acosador. Demostraba todo mi cariño, pero ella solo veía en mí, desprecio, alguien que nunca mostraba su rostro, y yo solo era alguien que haría cualquier cosa por tenerla a su lado, así tenga que pagar el precio más alto.

Se aproxima el final de clases, Mircella estaría ocupada para ver mis mensajes, siempre era tan esquiva, bloquea mis números, me insulta y hasta amenaza con denunciarme, no sabe que lo sé todo, hasta en la policía tengo cómplices, no se pregunten como lo logré. Ella necesita saber que yo lo único que ansío más que nada es estar con ella, protegerla y que ella me comprenda. Necesito llamar su atención.

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