CAPITULO 1

                                                    PRIMERA PARTE

                                            Mientras espero tu llegada.

                                                  

                                                      Mircella Pierce

Se acerca la tormenta

“No permitiré que lo hagas…”

Cada cierto tiempo, esas palabras inundaban mi mente y desconocía su origen, pero no sabía dónde, ni cuándo las había escuchado por primera vez, en ocasiones las presenciaba en mis sueños y siempre aparecía un auto azul cuando las oía pronunciar, me parecía extraño tener el mismo sueño más de una vez, pero nunca le preste mayor atención; una vez, intente buscar su significado, sin embargo no encontré una respuesta exacta que resolviera todas mis dudas, así que deje de pensar en eso, y mientras menos pensaba, más me olvidaba de esos extraños acontecimientos...

Nantes Francia

07 de la mañana.

Leer el periódico en el desayuno, darle de comer a los peces, y beber una taza de café diaria, hace mejor mis mañanas, antes no me gustaba el café, pero por una extraña razón ahora lo amo, esa era mi rutina de todos los días; en ocasiones no alcanzaba a terminar mis actividades y tenía que salir de prisa a la universidad.

Salí de casa y subí al auto negro estacionado frente a mi apartamento, dispuesta a un nuevo día.

Quizás mi vida no era del todo aburrida, en ocasiones me divertía y la pasaba bien, escribía en un blog privado las cosas importantes que vivía día a día, a veces lo olvidaba, pero me gustaba tener escrito los acontecimientos buenos y también las anécdotas, sabía que algún día me reiría de ellas, aunque hay algo importante que resaltar, que tal vez en un futuro no me ría de eso.

Un acosador, un pedófilo, ex convicto, presunto violador.

O como se le pueda llamar a una persona anónima que te escribe día y noche sin una buena razón.

Se podría ver como algo normal, alguien tratando de jugar una broma, pero en realidad no se sabe quién podría estar detrás de una pantalla, el peligro que podríamos pasar, sobre todo las mujeres, por ser consideradas el género "débil" a pesar de todo lo que pasamos día a día, la menstruación, dar a luz, criar hijos, los cambios hormonales, ser criticadas por todo y nada a la vez; ser "elogiadas" por extraños en la calle, incluso ser violadas, torturadas y muchas veces asesinadas solamente por el hecho de vernos "provocativas" ante ellos, según justifican "por la forma de vestir"; no obstante, no hablaré del feminismo, no es mi propósito ahora, tal vez haga un blog, escriba sobre eso, es muy importante este tema, aunque me desvíe del principal.

"Mi admirador secreto", cuyo el apodo seria el menos conveniente, era un sujeto el cual desconocía completamente. Llevaba unos 9 meses enviando sus mensajes, antes enviaba un mensaje por mes, luego pasó a ser uno por semana, y ya llegamos al punto donde escribe cada segundo, es exasperante, estaba cansada, puede que sean varios sujetos, toda una red de personas o tal vez sea la misma persona que no conoce la palabra rendir; el mismo tema todos los días, ¿acaso no se cansaba de hacerlo? porque yo sí.

Su último mensaje fue hace cinco minutos, "Mircella bebé, me traes loco".

No tenía idea quién pudiera ser, mucho menos cómo sabe mi nombre y cómo logró conseguir mi número, intenté muchas veces llamarlo directamente, pero era en vano, nunca contestaba, también intenté bloquearlo, sin embargo, eso no lo detuvo, me escribía desde otros números, y ya me empezaba a asustar.

¿Mi error? No haberlo detenido desde un principio, ¿Lo bueno? Que aún estoy viva, aunque tal vez no por mucho tiempo.

— Podría ser alguien de la universidad ¿Y si es Carlos? — dije mientras borraba aquellos mensajes.

— No puede ser él — esos expresivos ojos azules me miraban con desaprobación.

— ¿Por qué no? Puedo gustarle, estuvimos saliendo.

— Salieron una vez, no volvió a hablarte.

— Perdió mi número — Dije segura.

— ¿Entonces cómo explicas que te escriba ahora? yo pienso que él no está muy inclinado en los gustos para tu equipo.

—Quieres decir que....

—No, si, ¡No lo sé!, Es complicado Mircella.

Charlotte giró el timón de su Jeep, faltaban escasos 10 minutos para llegar al campus universitario, aquella chica había sido mi mejor amiga desde que teníamos 10 años. Después de graduarnos de la escuela, nos mudamos juntas debido a que sus padres se fueron del país y los míos, bueno... no conozco a mis padres, así que no fue un gran problema dejar la casa de mis abuelos, mi hermano mayor ya lo había hecho.

— Entonces piensas que lo más seguro es que Carlos sea Gay — seguí con la conversación de hace unos minutos.

— Tal vez, lo he visto con muchas chicas, algunas de ellas de la facultad de medicina, otras que estudian derecho, tal vez de otras universidades, pero sé que lo hace para cubrir su homosexualidad.

Carlos y yo salimos un día, intentó sobrepasarse conmigo, sin embargo, le dije que aún no estaba lista, él aceptó y dijo que esperaría, después de eso no volvió a llamarme, aun así, eso no quita el hecho de que me gusta, o se puede decir que me atrae, tiene características que lo hacen lucir guapo e interesante, es alto, de cuerpo atlético, tiene buen humor y una radiante sonrisa, típico chico guapo promedio de cada universidad.

Cuando llegamos a nuestro destino, buscamos un estacionamiento lo más cerca a la entrada. Al bajarme del Jeep revisé mi teléfono y tenía nuevos mensajes, supuse la persona que sería, así que los ignoré; Charlotte se quedó en el auto buscando algunos libros y materiales para su clase, estudiaba arquitectura, una carrera diferente a la mía; en ese instante nos encontramos con Luke, un chico de su clase, quien la quiso ayudar con sus materiales y siempre era muy caballeroso con ella, al parecer estaba enamorado, pero mi amiga no sentía lo mismo, nunca le demostró algo más que una amistad, a pesar de todo, él la admiraba sin esperar nada a cambio.

— ¿Los hombres siempre son así de masoquistas? — preguntó Charlotte tratando de huir de él.

— Al menos el tuyo revela su identidad.

— ¿Tienes otro mensaje del admirador? —Preguntó curiosa.

— Yo lo llamaría un acosador, acaba de llegar uno, no deseo verlo — le di mi teléfono para que lo viera por mí.

"Quizás hoy te ves más hermosa que los días anteriores — lee Charlotte en voz alta — no sé si sea posible... Mircella, Mircella, Mircella ¿Sabes cuánto me gusta tu nombre? Es hermoso y único, Como Tú...— Mire a Charlotte extrañada - ...Recuerda que vales más de lo que Carlos te hace pensar, ¿Sabes cuánto me gusta la ropa interior que llevas hoy? Blanca, un color puro como tú alma — Es imposible ¿Cómo sabe todo esto?

— Ya está, recibirá una denuncia — empiezo a pensar posibles formas de acabar con todo esto.

— Tranquila, no sabes quién es ¿Cómo lo harás?

— Rastrear su número, aunque es ingenioso, podría cambiarlo antes de tiempo ¿Que hago entonces?

— Esperar un poco. Todo estará bien — dijo tranquila tocándome el hombro y haciéndome sentir segura, dándome consuelo — lo prometo.

Empezamos a subir las escaleras del bloque C, el pasillo era largo hasta llegar a mi aula, me despedí de Charlotte y ella siguió su camino.

Al entrar al aula noté que habían llegado pocos estudiantes, tenía clase de Microbiología. Estudiaba Biología Marina. Detalle a mis compañeros como siempre lo hacía, especialmente a Carlos, al verlo sentí un calor suave en mi cara, mis mejillas se ruborizan un poco, pero ya no me atraía como antes, simplemente fue una atracción pasajera, quizás lo que me llamó la atención de él fue su caballerosidad. Cuando me dirigí a mi pupitre, en el que frecuentaba sentarme siempre, y sin querer, tropecé con una caja de madera, en la que había muchos corazones dibujados situada en el suelo a la derecha, haciendo que me lastimara en el pie.

— ¡Si van a traer cosas de amor a la universidad asegúrense de no dejarlo tirado en cualquier lado! ¿¡Quién fue el imbécil!? — grité sin saber a quién dirigirme, unos ríen y otros están confundidos.

— Mircella, cálmate, es para ti — Habla Sierra, la hermana de Carlos — Nosotros llegamos y ya estaba en el suelo, leí la tarjeta y efectivamente se trata de ti.

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