POV Omnisciente.

En su elegante despacho, Mía observaba con una sonrisa cruel la pantalla de su tableta. El primer zarpazo ya había comenzado a dar sus frutos: los informes de Isabella sobre la desaceleración de su empresa y la ansiedad que se percibía en su entorno. Pero eso era solo el aperitivo; ahora era el momento de asestar el golpe principal.

Olivia, su cómplice, entró con cautela sosteniendo una pila de documentos en sus temblorosas manos.

—Mía, aquí está todo lo que pudimos desenterrar sobre Isabella. Sus antiguos socios, los pequeños escándalos que se evitaron en la prensa cuando estuvo en Europa... Hay algo sobre un supuesto escándalo con Jeremy cuando era su asistente en Walton, antes de conocer al conde Armand.

—Dame eso —ordenó Mía, arrebatándole los papeles. Sus ojos se movían rápidamente por las líneas y una chispa fría de malicia se encendió en su mirada. —Esto es oro. Nunca se probó porque los Dubois lo encubrieron, ¿verdad? Pero la duda es suficiente. Lo que importa