POV Jeremy.

El silencio en la oficina era ensordecedor, incluso más que el grito de mi padre. Joseph había salido de mi despacho sin decir nada, dejando tras de sí un rastro de furia. Notaba mi boca seca, la revista arrugada en el cubo de la basura era como un testigo mudo de la tormenta que acababa de azotarme: Mía, la portada y los detalles de nuestra luna de miel. Ella lo había planeado.

Mi mente no paraba de pensar, intentando procesar la magnitud del desastre. Nunca lo había visto tan furioso. Su rostro, su voz... Y todo por un secreto que Mía no pudo guardar. Una exclusiva, una fortuna, sin duda. Pero ¿a qué precio?

Cogí el teléfono. Mi mano temblaba levemente, necesitaba respuestas, así que marqué el número de Mía. Suena, suena.

—¿Mi amor? ¿Ya me extrañas? —Su voz, dulce y melosa, fue como una puñalada. Ella sonaba tan despreocupada...

—¿Qué diablos has hecho, Mía? —pregunté con un gruñido. Traté de mantener la calma, pero la ira iba en aumento.

Hubo un silencio al otro lado de