Por Alejo
Cuando le pedí a Flor que vayamos al pueblo, se le erizó la piel, se estremeció de un terror que inundó su alma.
No quería ir, pero comprendió que era necesario y en algún momento iba a tener que volver y darle la cara a su realidad actual, es que volvía, pero siendo parte de mi familia.
Siendo así, nadie se iba a meter con ella, ni siquiera su padre, porque aunque nadie por allí sabe cuánto dinero o cuántas empresas tenemos, saben que somos millonarios y poderosos.
Le prometí que iba a estar al lado suyo y de nuestra hija, las 24 horas.
Por seguridad, no les avisamos ni siquiera al ama de llaves de nuestra casa, la que teníamos en el pueblo, que también iban Sofía y Florencia, es más, ni siquiera saben que ellas existen en mi vida.
No saben que me estoy por casar.
Por eso estamos seguros que si bien fue alguien cercano, quién secuestró a mi hija y puede ser algún empleado o quién sabe, tampoco esa persona es lo suficientemente cercana, porque no sabía ni siquiera la edad ex