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Por Florencia

Al día siguiente, en el juzgado, volvieron a interrogar a Sofi, quisieron rectificar que mi hija las reconoció.

No estaba Hugo, pero Karla actuó como mi abogada y se despachó, con altura y criterio, sumándole causas a esas dos porquerías que secuestraron a mi princesa.

El día fue movido, porque almorzamos con los padres de mi amiga, luego Gabriel pasó por la casa de mis suegros.

A última hora llegó Luciana y por fin se conocieron las primas.

Eran idénticas, ellas se reían por su parecido y por suerte congeniaron enseguida.

Mi cuñada es muy cariñosa y se brindó conmigo, su marido también es amable, lo conocí el día que secuestraron a mi hija.

Esa noche no tenía excusas para alejarme de Alejo, pero estaba muy cansada, no hablo del cansancio físico, no quería saber nada con los juramentos que me hacía el padre de mi hija.

Le dije que no quería casarme.

Discutimos bastante, en realidad él me juraba que me amaba, que me deseaba, pero había visto a Marina y aunque reconozco q
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