24. UN PEDAZO DE CARNE

Grillo

Me duele el pecho y esta vez no tiene nada que ver con los disparos. Es de amor, de felicidad, de todas esas risas que necesitaba y que se me salen en el mismo momento en que Santiago se da cuenta de que su mamá me mordió. Supongo que ya está en esa edad en que dice que “no” pero “sí”.

—¿Pasa algo malo? —pregunta Santi y la risa se me acaba porque no quero que esa sea la primera pregunta que mi hijo haga siempre.

—No, al contrario… —respondo pasando una mano sobre su hombro—. ¿Recuerdas que te es

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