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Mientras las dudas se aglomeraban en la cabeza de Cassandra una mano tocó inestablemente su cadera y la loba miró hacia abajo. Los dedos de su prima hacían lo imposible por llamar su atención y ella se giró acariciando la cabeza de ella con cariño. Sus dedos se enredaron en las suaves hebras rubias.

-Tranquila, duerme un poco más, no te esfuerces-

Gavel ni dijo nada pero el cambio de cómo lo trataba a él a como le hablaba la loba omega recostada en el sofá era totalmente contrastante y eso lo alteró. Odiaba cuando no podía leer a las personas y esta mujer era uno de

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