FALSEDAD Y COACCION
FALSEDAD Y COACCION
Por: Zuamleli
Prólogo

De nuevo Rosse se encontraba ahí esperando que él llegara. Rose una elegante mujer, muy segura y en ese instante tenía cierta inseguridad. Miraba a su alrededor, en búsqueda de su esposo, tomo aire y pensó

–Otra fiesta aburrida en medio de una larga sucesión de fiestas aburridas», Algunos de los invitados le sonreían de una manera amistosa. Muchos la conocían por ser la primogénita de la familia Evans.  

–Ya es tarde y he estado el tiempo justo; –Se dijo para si misma, así que se fue alejando con cautela hacia la salida del gran salón  y prefirió montarse en su auto perderse en el tráfico de las estrechas calles.

El momento clave de la tarde y  decepcionante, su esposo, se había marchado a una junta dejándola no la tomo en cuenta.

Se le vino a la mente las palabras que mantuvieron antes de irse.

–Recuerda esta noche es la fiesta del consorcio, me vas a buscar para prepararme, si no me vas a buscar avisa por favor, no quiero tener que perder tiempo esperando a alguien que no llega. –musito Rossi con tono molesto.

Edward la miro con fastidio y le respondió –No inicies con tus reclamos Rossi, hay una junta y no sé a qué hora saldré de allí. Además si me siento cansado o estresado me voy al ático y me quedo a dormir allí.

Rossi lo miro y con sorna le comentó –Cuando quieras te envió tus pertenencias para allá y cortamos con esta estúpida situación, no te parece Edward.

El la miro controlando su enojo y exclamó –Para Rossi, no me provoques, no vaya a ser que un día de esto envié por mis pertenencias. Solo quiero paz y tranquilidad, eso es pedir mucho. Parece que tú lo único a que te dedicas es fastidiarme.

–Que paso con nuestro acuerdo, Edward, por lo que veo se te borro. Ella acortó un poco la distancia entre los dos u musitó

–Tengo que recordarte que cuando nos casamos quedamos en respetarnos, ayudarnos y acompañarnos en todo y muchas cosas más que tú no estás cumpliendo.

El la miro, paso la mano por su cabeza y con furia le respondió

–Estoy cansado Rossi de tanta. . . Ambos decidimos casarnos y  tratar de llevarnos lo mejor posible en esta relación, solo que me da mucha lata vivir de aparentar.

Ella cita –Y tú no crees que a mí también no me cuesta. Solo falta un año y yo ya no aguanto esta situación, porque no le ponemos un alto a tanta molestia Edward, te consideraba un amigo, hoy día no me agradas quien eres. No conocía esta faceta tuya.   

–Estas locas si nos separamos nuestros padres  formaran una bronca, nos pueden desheredar –comento Edward con disgusto

–Eso es lo único que te importa? –Pregunto Ella

–Rossi, cuando nos casamos era para proteger cada uno su legado. Eso quedó claro entre nosotros, por eso nuestro tratado, a que viene ahora tantos reclamos?

–Si solo quieres proteger tu legado, se puede saber qué haces en el consorcio de mi padre en el cual yo soy la única heredera?

El la miro y con ira dio un puño sobre la mesa –Este es mi lugar porque soy tu esposo frente a todos y fue tú padre el que casi me exigió que tenía que estar aquí.

–¡Yo no te necesito!, vete al consorcio de tu padre. Yo conozco bien el control del consorcio, sola lo puedo seguir haciendo, como lo hacía antes de casarnos.

–Ni tú ni nadie me tiene que decir dónde estar y que debo hacer, vuelvo y te repito eres mi esposa yo estoy al frente de tus bienes.

–¡Estás muy equivocado!. –Ahora la golpeo la mesa fue ella –Si tienes esas ideas, tan cavernícolas, elimínalas porque haré valer mis derechos.

–Vete acostumbrando Rossi, lo aceptes o no, yo estaré al frente de tu legado. Edward salió de la estancia molesto, azotando la puerta.

Rossi respiro hondo para controlar las emociones que sentía en ese momento. Se acercó al ventanal y desde allí observo a Edward salir hacia el estacionamiento, sonreía con su asistente. Ya no se acordaba la última vez que ellos compartieron unos minutos agradables ya ni se acordaba como era la sonrisa de Edawrd.

Edward Rocco, un hombre apuesto, con gran porte, alto y corpulento, todo un adonis. El hombre que toda mujer quisiera como esposo. Pero para Rosse, algo se congelo. Habría sido una magnífica compañía en su cama en las noches, solo que entre ellos existía solo un tratado. Desafortunadamente, el parecía totalmente entregado solo a su trabajo, apenas si mantenía una conversación de vez en cuando, las falsas leves caricias siempre era en presencia de sus padres.

La voz de su padre saco a Rossi de sus pensamientos.

–Hija, pensé que te habías marchado con Edward . .

–No papa y aprovecho la oportunidad para decirte que tomaré mi sitio en esta institución desde mañana aprovechando la junta tomare el cargo de Presidente General, soy tu hija, tu única heredera, la que debe defender nuestros intereses.

El Sr. Evans miro a su hija con seriedad y exclamó–Hija ese cargo es propio de nosotros los hombres, es fuerte la competencia y …

–Nada papa, yo lo ejercía antes de aceptar esa estúpida idea del matrimonio con Edward. Espero estés conmigo cuando mañana yo exija valer mis derechos padre.

–No provoques problemas ahora hija, dame paz ya casi me retiro.

–No papa, debo hacerlo antes que te retires, dame mi puesto y vete a descansar yo me encargaré, antes lo hacía muy bien, se te olvido.

–Hija, esta en la Gerencia de relaciones públicas, deseo nietos.

–Hay papa, de eso ve olvidándote. Yo no deseo tener hijos con un hombre que ni me quiere y a quien no soporto.

El padre la miro con tristeza –Yo te quería feliz y no en esta situación. Tú no tratas de cambiar la situación hija.

–Padre, me case pensando que tanto Edward como yo, podríamos convivir y compartir algo, pero cada vez es más difícil, él ni me toma en cuenta y yo no soporto  esta situación.

El padre abrazo a su hija y le beso la frente –Por qué no cedes tú un poco y tratas de hacer más llevadero todo. Luego le palmeo el hombro y salió de la oficina.

Ya oscurecía y Edward Rocco, aunque se había ido con las manos vacías, de la junta que llegaba a su fin, no se sentía mal, pues Rocco había disfrutado irritando a su rival en los negocios. Eso no podía negarlo.

No le encontraba sentido, la vena posesiva de Nina, aunque él nunca había experimentado sentimientos intensos por ninguna mujer, la sensualidad de ella, lo ponía mal, sin importar la hora, se marchó con ella del lugar.

Se enfiló a la carretera que llevaba a las afuera de la ciudad para la villa que ocupaba para sus encuentros. Un sitio agradable, bien situado y discreto.

Rocco, prefería sitios como aquel a un ático de lujo en medio del ajetreado distrito financiero de la ciudad. Allí satisfacía sus pasiones  en intimidad, lejos de la vista de otros.

Al llegar e la villa Nina se acercó a la barra del bar y exclamo

–Querido te preparo el trago con hielo o  seco, amor?

–Linda con hielo y . . . –Edward no habló más al ver que Nina bailaba sexualmente quitandose la ropa.

–Nina, tú si sabes cómo alborotar mis pasiones, en dos zancadas corto la distancia entre ellos

Ella sonriendo comenta –Cariño me encanta ver ´cómo te pongo así de rico, querido yo soy tu hembra para el placer.

–Si, por eso me encanta darte mi tiempo, mi noches  son todas para ti.

–Amor y que le das a tu esposa.

El la miro con sorpresa –Nada, por qué debo darle mi tiempo

–Qué harías si ella busca una aventura, amor

El sonrío y exclamo –Rossi es la mujer más fría que conozco, además tan complicada, no nadie se le va ocurrir tratar de tener sexo con ella, cariño, ven tú y yo tenemos mucho que hacer.

Se oyó la risa de Nina y el ronquido de él por la forma como ella movía la cadera.

–Ella  sabe de la villa, querido.–Preguntó Nina, mientras le acariciaba su masculinidad

–La villa no la conoce ni sabe de su existencia y solo del ático, sabe que es de mi uso exclusivo, no se le ocurriría ir, sola.

–Brindemos, amor  por estos momentos tan especiales entre nosotros. –Musito Nina optando una pose muy sexual

–Cariño, me pones mal con esas poses que haces. Chocaron las copas luego se entregaron a su pasión.

–Y si se llega a enterar de lo nuestro y ella te pone una alternativa, que harás cariño

Edward la miro –Por ahora debemos cuidarnos, cuando el suegro ponga todos los bienes en mi manos, no me importa si se entera.

–No te entiendo querido, que quieres decir.

–Bueno querida, aprovechándome del pensamiento atrasado que tiene el suegro, sé que tarde o temprano el me dará un poder donde yo seré el amo y señor de todos los bienes de los Evans, cariño.

Ambos sonrieron y con malicia el volvió a comentar –El quería un heredero hombre para que heredara todo, como no tiene, sere yó su heredero, querida.

–Y que harás con Rossi, ella es la hija, como vas hacer, querido?

–Se le pone una mensualidad solo esencial para sus gastos y se le deja la casona de sus padres y que se conforme con eso.

–Querido, crees que ella se quedara tranquila con eso.

–No se, pero ya me encargaré yo de hacer coacción, utilizaré la felicidad y tranquilidad de los padres o ya veré, algo se me ocurrirá. Ambos se abrazaron y se besaron.

Edward, poseía varias propiedades, aunque ninguna le importaba tanto pero la de Connecticut. . .

Por algún motivo pensó en Rossi. Sorprendido estaba con otra, eso le  inquieto.

Pero aquello tampoco tenía lógica. Si estaban casados, pero en papeles, era el acuerdo, ellos se casaron por a sus padres, socios en los negocios y viejos amigos. Edward quería  adueñarse de la empresa de sus suegros y debía tener tacto para lograr esa meta, luego se divorciaría de Rosse.

A pesar de todo, la imagen de los ojos azules de Rose se desvanecieron de su mente, la piel y el olor del cuerpo de Nina muy cerca, le alborotaba sus pasiones, así que volvió  a poseer a Nina.

Casi amanecía cuando Nina se despertó, Edward detrás de ella, dormía. Sonrió,  Cuando le pidió en la noche  a que salieran, él lo hizo, y no  porque ella  lo pidiera, sino él quiso estar con ella, sin importarle que dejara plantada en la fiesta a su flamante esposa. Nina sonreía le embargaba una gran felicidad.

Ella se bajó de la cama, sin hacer ruido se encamino al baño se ducho y arreglo.

Al terminar regreso a la habitación, y él estaba despierto, sentado a orilla de la cama, sonrió comentando

–Qué noche tan espectacular, querida mía no me arrepiento de haberme venido contigo, fue muy placentero.

Nina sonrió toda emocionada por las palabras y gesto de él.

Suena el celular –Es Rosse, no deseo contestar, ya se dio cuenta que no amanecí en casa. Si supiera como la pase de bien . . . se acercó a Nina besandola.

-Que bien la pasamos juntos cariño.

Cuando salian–Cariño tengo mucha hambre,me comería todo en un solo momento.

–Bien a desayunar, nos merecemos un buen desayuno con la noche que pasamos.

Mientras desayunaban, llama  Rossi, él con desinterés metió el celular en la chaqueta.

Nina comenta –¿Tú esposa?

El asintió con la cabeza. Nina observó a Rosse, en su auto frente al restaurante. con malicia se  arriesgó a besarlo, para que Rosse presenciara la escena.

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