Cuando llegó recordó la expresión del chofer de la empresa quien lo había ido a buscar al aeropuerto . . .
–Buenos días, señor Edward, ¿cómo le fue en el viaje? –Exclamo el chofer mientras miraba disimuladamente a los lados buscando a Rossi.
–¿Y . . .? –inquirió el chofer aunque de inmediato se calló, al notar en la mirada de Edward una gran hostilidad.
–¡Ella no viene conmigo! –inquirió Edward subiendo a la limusina –¡Date prisa, voy retrasado!.–Ordenó regresando la vista a su celular.
–¿A dónde lo llevo, señor?–cuestionó el chofer con mirada de intriga
–¡Tú, solo maneja!, espero un mensaje, para saber con exactitud a donde debo ir primero
–¡Como no señor!
Luego de haber pasado por las oficinas del detective; una vez que llego a la villa, bajo del auto y se despidió de Franklin el chofer sin muchos comentarios . . .
–Gracias, Franklin, te avisaré a qué horas salgo para el consorcio mañana.
–Ok, señor.
Al entrar solicitó a una de las mucamas deshacer las maletas y encargarse