Abby estaba sentada en su bañera con la mejilla puesta en su rodilla mientras recordaba su asombroso día.
¿Cuánto tenía de no sentirse tan… emocionada?
No solo adjudicaba eso a que ahora tenía a un hombre avasallador todo el tiempo a dos metros de distancia, que por alguna razón no podía entender, no se separaba de ella en ningún instante. También podía sumar a que todos en esa empresa la trataban con respeto, con admiración y como si ella realmente fuese una persona importante.
Las lágrimas comenzaron a caer, y no supo por qué estaba llorando ahora, tenía una conglomeración de sentimientos en el pecho que hicieron una unión para hacerse grandes y explotar por toda ella.
Estaba nerviosa, eufórica, pero sobre todo tenía mucho miedo.
No sabía que pensar, no sabía a donde camin