Ex. vengo por lo que es mío.
Ex. vengo por lo que es mío.
Por: Alana Aguilar
Capítulo 1. Poca cosa

Romina Aguirre estaba cansada de estas reuniones en casa de su padre, pero no podía dejarlo solo, a fin de cuentas él era su única familia.

 - Romina — Rebeca llamó su atención tronando los dedos.

- ¿Qué si ya estas embarazada? Te estás viendo lenta muchacha.

La pregunta de  todo el tiempo, aunque ella hacía lo posible por  tener un hijo, algo no funcionaba, simplemente no quedaba embarazada.

El estómago se le hizo pequeño, su madrastra sabía que era un tema delicado para ella y aun así le seguía preguntando cada vez que la  veía, sin importarle cuanto la lastimaba.

- Rebeca, cuando lo esté yo misma vendré a decirlo.

- Es que ya tienes años casada ¿cuántos son? — dijo tomando un poco de café a su taza— si son como tres años, no puedo creer que seas inútil hasta para lo que prácticamente sucede solo.

Romina se quedó callada, le dolía escuchar todo eso, pero responder sería un círculo sin fin que ya había transitado varias veces.

- Tan poca cosa eres, que ni deseo provocas a tu esposo, no entiendo a Gabriel que haya accedido a casarse contigo, pero bueno — se encogió de hombros— ventaja de nosotros.

- No es eso, solo que…— Romina intentó defenderse.

- De qué te sirven entonces esos ojos tan grandes y el cabello tan largo, que tanto cuidabas si no sirves de otra cosa que no sea de sirvienta.

Romina ya había escuchado todo eso, como se había dedicado al hogar después de casarse  y dejó de trabajar para estar siempre al lado de su esposo el gran hombre de negocios Gabriel Osuna, todos la tachaban de  mantenida, floja y dejada por mantener un perfil bajo.

 Lo que nadie sabía era que Gabriel le había pedido que se alejara del estrés del trabajo y de todo lo que representaba trabajar, y así podría embarazarse pronto, cosa que no había estado funcionando.

- El cabello es igual al de mi madre— dijo regresando a la conversación del presente.

- Si inútil también, pero ella mínimo te tuvo a ti.

Romina  tocó su colgante de topacio en forma de gota,  que había sido el único recuerdo que le quedó de ella, de su hermosa madre y no pudo detenerse más.

- Rebeca ya es suficiente de insultar a mi madre, ella era una dama no una mujer destruye matrimonios.

Los ojos de Rebeca casi se salían de sus cuencas, nadie tenía por qué decir eso de ella.

- M*****a desgracia…

- Suficiente Romina— la voz de un hombre sorprendió a Romina por la espalda.

Su hermano menor, un completo desastre e irresponsable pero a final de cuentas el heredero de la Cementera Aguirre.

- Hermanita, ya es suficiente, ¿no entiendes que cada uno cumple una función para mejorar el estatus de la familia y tú no estás cumpliendo con tu parte?— estaba acercándose a su madre “para protegerla”, aunque se le dificultaba por lo alcoholizado que estaba— Nuestro padre se esforzó mucho para conseguir ese matrimonio con la familia Osuna y según recuerdo tú estabas enamoradísima de Gabriel.— aclaró  mientras parpadeaba repetidamente para poder mejorar su vista borrosa.

Romina apretó las manos.

- Es que esta niña no sabe hacer otra cosa que dar disgustos a su familia.

- A papá, querida madre — dijo Axel agregando más sal a la herida.

- ¿No estarás seca? Tengo una conocida que su sobr…

- Me voy.— Fue todo lo que dijo Romina, no entendía por qué seguía regresando una y otra vez , si sabía que no iba a sacar nada bueno.

Mientras caminaba por el pasillo a la puerta principal, alcanzó a escuchar como  Axel seguía diciendo insultos, y seguro eso quería ya que había alzado la voz.

- Espero que sirva de algo madre, ese bulto debería mínimo amarrarlo bien con un hijo, pero de mueble no pasa…

Un instante después se escucharon carcajadas de ambos, Romina estaba cansada de soportar todo eso.

En su camioneta después de relajarse un poco decidió llamar a  Aranza, la única amiga que le quedaba, después de aislarse para ser la esposa perfecta para Gabriel.

- Amiga, ¿qué paso?— Le preguntó Aranza que al descolgar escuchó los sollozos de Romina.

- Lo mismo de siempre, la reunión familiar, lo que me da más rabia es que esta vez no pude ver a papá.

- Por favor Romina, ya te he dicho hasta el cansancio que no debes ir, que ellos solo que quieren ver mal.

- Lo sé, en verdad — le responde Romina— pero me aferro a que en algún momento conoceré al hombre del que se enamoró mi madre, en algún momento debo ver algo del amor, bondad y compasión que decía mi mamá en sus diarios.

- Amiga, que hayas leído unos libritos llenos de cursilerías no quiere decir que sean verdad.

- Quiero creer que sí lo son, ¿podemos vernos?— Romina quería cambiar de tema siempre terminaban discutiendo cuando hablaban de su familia.

- Claro, te mandaré la dirección de un nuevo lugar, en cuanto termine con unos pendientes me voy para allá. Tranquila por favor.

Romina se despidió y esperó a leer la dirección para ponerla en el gps de su camioneta, necesitaba hablar con Aranza.

Realmente estaba agradecida de que ella permaneciera a su lado, ya que con ella y Gabriel no se sentía tan sola en el mundo.

En el camino se puso a pensar cómo siempre después de la reunión mensual, terminaba llamando a su amiga, era como un ángel que estaba a la espera de que la necesitara para rescatarla.

Llegó al lugar, parecía un pequeño bar, un poco oscuro pero se veía interesante, las mesas dispersas pero todas llenas, tuvo que sentarse en la barra a esperar.

- ¿Desea tomar algo? — un chico del bar le estaba tomando pedido.

A Romina le dio vergüenza estar ahí sin consumir así que pidió un refresco  con hielos, el muchacho sonrió y se fue a traer lo que había pedido.

El tiempo pasaba y Aranza no llegaba, seguro tuvo complicaciones¸ pensó Romina

- Se está tardando demasiado, ya tiene más de una hora que la espero.

Intentó levantarse, pero al querer hacerlo, las piernas no le respondieron se sentían pesadas y ella torpe, y después de pensar eso todo se puso en negro.

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