Nicanor se quedó atónito por un momento, claramente sin entender lo que Alex le estaba diciendo, hasta que él le urgió:
—¿No me has entendido?
Solo entonces Nicanor reaccionó.
—Bien, iré a preguntar de inmediato.
Mientras él iba a preguntar, Alex no se quedó quieto y se dirigió hacia la salida. En ese momento, una enfermera salió de la habitación contigua. Resultó ser la misma que había venido a su habitación antes. Al ver que se había sacado la sonda y que la herida todavía sangraba, su rostro cambió.
—Señor Hernández, ¿cómo salió usted? —preguntó la enfermera, acercándose—. Aún no puede levantarse de la cama, y esa herida en su mano…
Alex respondió con cara seria:
—Tengo asuntos urgentes.
—Incluso si es urgente, no puedes jugar con tu vida. Vuelve a acostarte y deja que te atienda la herida.
Pero Alex parecía no escucharla en absoluto y siguió caminando.
La enfermera no sabía qué decir. ¿Es que todos los pacientes eran tan ignorantes de las advertencias? Aunque estaba enojada, la