El agua del vaso se vertió sobre la ropa de Alex y los dos se quedaron atónitos.
Alex miró la ropa que estaba mojada y luego levantó la vista hacia Noa.
—Perdón, me tembló la mano —dijo Alex.
Noa sospechaba que él lo había hecho a propósito, pero después de que él le pidiera perdón, sintió que lo había malinterpretado. Después de todo, estaba gravemente enfermo y ahora no podía comer ni beber nada, así que era normal que le temblara la mano.
No quería regañarlo a él, un paciente, y se limitó a decir que no se preocupara y a quitarle las colchas mojadas. Luego fue a buscarle un nuevo juego de bata de hospital y se lo entregó.
—Cámbiate —ordenó Noa.
—Gracias —agradeció Alex mirando la camisa de hospital. Después de un momento de silencio, la tomó.
Noa se dio media vuelta y caminó hacia la puerta. Alex se puso nervioso y preguntó:
—¿Adónde vas?
Noa notó sus nervios y se detuvo.
—¿No vas a cambiarte? Espero afuera y cuando estés listo, volveré.
Al escuchar esto, Alex respiró aliviado y dij