Antes de llegar, Fernando escuchó un grito que provenía del baño. Su expresión cambió drásticamente.
¡Oh no!
Rápidamente avanzó y cuando vio la escena frente a él, el se sorprendió mucho.
Alex llevaba una toalla alrededor del cuello y estaba sin camiseta. De su cabello corto y oscuro todavía caían gotas de agua cristalina. El cabello mojado se pegaba a su frente y las gotas de agua seguían el contorno de sus rasgos faciales tridimensionales y afilados.
En este momento, los ojos de Alex eran más profundos que el tintero y su boca delgada se estiraba en una línea recta, formando una curva afilada.
Fernando echó un vistazo y vio un charco de agua en el suelo, justo al lado de donde la mujer había caído. Ella misma parecía extremadamente desaliñada y se sujetaba la mejilla, mirando incrédula a Alex.
Claramente, no esperaba que él fuera tan insensible. No solo era insensible, sino que también la miraba con frialdad. Sus palabras salieron de sus labios como cuchillos:
—Sal de aquí.
Ante su m