Noa sonrió, sin decir nada. Sofía entendió que no quería compartir estos asuntos y no la presionó. En cambio, tiró de ella y le invitó:
—Vamos, salgamos a comer y beber algo. ¿Qué te parece si te invito a una barbacoa?
Noa no pudo resistirse y la siguió bajando las escaleras.
—¿A comer barbacoa? ¿No tienes miedo de que tu agente te regañe?
Al pensar en las comidas de barbacoa, Sofía no pudo evitar lamerse los labios:
—Hace mucho tiempo que no como algo tan rico… Además, he perdido unos kilos estos días. No pasa nada por comer una barbacoa solo una vez.
Cuando estaban a punto de entrar en el restaurante de barbacoa, se encontraron con una persona familiar, que resultó ser el asistente de Simón.
—Señorita García —Al ver a Noa, el asistente la saludó con una brillante sonrisa—. ¿También vienen a comer barbacoa?
—¿Gabriel?
—Sí, soy yo —Gabriel asintió.
Sofía sabía que Gabriel era el asistente de Simón y le preguntó:
—¿Estás comiendo barbacoa a escondidas de Simón o estás aquí para comprarl