Capítulo 2: Te entregué todo

     Mis días con Marlon son: inquietantes, excitantes, perturbadores, cada vez que lo veo entrar por la puerta del apartamento, mi mundo se tambalea, jamás he sentido esto por nadie y eso me atemoriza.

     Pero soy incapaz de insinuar lo que siento, esto me lo guardo, él es inalcanzable y con esa novia tan bonita,  es imposible que se fije en mí, en la muchacha que trabaja para él 

     Mi pasión por la moda me invita a entrar en su habitación y revisar su clóset, imaginándome su novia o su esposa para combinarle el traje con el cual se va a vestir. 

     Un día dejo que mi imaginación vuele y coloco sobre su cama, un pantalón, una camisa y una chaqueta, luego selecciono un par de zapatos.

     —Señora Laura -era Marlon qué acababa de llegar- No voy a almorzar, no tengo tiempo, me doy un baño y luego me voy.

     —Muy bien joven.

     Al escuchar la voz, salgo rápidamente, pero se me olvida la ropa que había dejado en la cama.

     Al poco rato recibo una gran sorpresa,  veo a Marlon vestido con la ropa que arreglé para él 

     — Fernanda, gracias por ayudarme a escoger la ropa, me gusta lo que hiciste, veo que tienes buen gusto.

     — Fue un placer señor.

     —No me digas señor, me haces sentir viejo, dime Marlon.

     —Está bien, Marlon.

     A pesar de lo que dicen las revistas, que es un arrogante, engreído, para mí Marlon no lo es, conmigo siempre sonríe.

     —Fernanda hoy el joven tiene invitados a cenar, ¿me puedes echar una manito en la cocina?

    —Claro que sí, yo estoy aquí para ayudarla, usted manda y yo obedezco.

     —Gracias hija, viene a cenar la novia del joven y su gran amigo, un modelo igual que él.

     —Me duele que venga la novia, pero tengo que disimular mi desencanto.

     La comida quedó exquisita, la señora Laura arregló la mesa con mucho esmero.

     En eso suena el timbre de la puerta, voy y abro. En la puerta estaba un hermoso caballero de ojos azules.

     —Buenas noches señor, ¿usted es el amigo del señor Marlon?

     —Buenas noches hermosa señorita, sí,  soy su amigo, permítame presentarme, Gabriel para servirle.

     —Fernanda, me llamo Fernanda.

     Al rato llega Marlon con la novia y una amiga de ella, se sientan un rato a conversar y a tomar unas copas, después fueron a la mesa, la señora Laura les sirvió la comida.

     —Estos jóvenes de ahora sí toman, ¿Fernanda me puedes ayudar?

     —Sí, dígame en qué puedo ayudarla.

     —lléva esta botella a los muchachos.

     Tomo la botella y me dirijo al lugar donde estaban tomando, coloco la botella en la mesa y  quiero alejarme cuando escucho la voz de Gabriel.

     —Fernanda acompáñanos, ven te sirvo una copa.

     —Fernanda no toma.

     —No seas agua fiesta Marlon, deja que ella responda.

     —No joven, gracias, pero yo no tomo.

     —Por lo menos siéntate un rato con nosotros.

     —No, sólo vine a traerles la botella.

     Cuando me alejo puedo notar la mirada de molestia que tiene Marlon, no le gustó la petición de su amigo.

     —Marlon ¿todavía sigue aquí?

     —Sí, trabaja para mí.

     —Me prometiste que en cuanto mejorara se iba.

     —Pero no fue así, después te explico.

     —Vamos a ver, de qué me estoy perdiendo, ¿Marlon quién es esa belleza?

     —Gabriel ese no es tu problema.

     —Ya salió el Marlon altivo, yo creo que me quiero meter en ese problema, no me puedes negar que esa niña es linda.

     Marlon se acerca a su amigo y le dice en voz baja, para que las damas no escuchen

     —Ni se te ocurra acercarte a ella.

     —¿Y eso por qué?

     —Porque ella no es igual a las mujeres que estás acostumbrado a tratar.

     —Marlon calma, sólo quiero conocerla.

     —No, ella está prohibida para ti.

     —¿Y para ti? ¿Acaso te gusta?

     —No seas loco, ella es mi empleada.

     —¿Y qué? Si no tuvieras novia diría que estás enamorado, pero como tienes novia, deja que yo la conquiste.

     —Gabriel te estoy hablando en serio, no te acerques a Fernanda.

     —Está bien, pero ella tiene la última palabra.

     —No vengas a la casa, si yo no estoy.

     —Marlon revisate, estás hablando como un hombre celoso, esa niña te tiene mal, amigo a mí no me puedes engañar, no creo que estés hablando para protegerla, allí hay algo más.

     —No seas necio, ella puede ser mi hermana menor.

     —Pero no lo es y tampoco es tan niña, ahora no podemos, pero después nos sentamos con una botella a hablar un rato sobre esto, si me convences que no sientes nada, yo vengo con todo, siento que esa muchacha es un diamante en bruto.

     —¿Ustedes que tanto hablan? 

     —Cosas de negocios, tu querido novio está un poco confundido con un trabajo que tenemos que realizar, pero muy pronto lo vamos a aclarar, ¿no es así mi querido amigo?

     Marlon se mantuvo callado, con la cara muy seria y las mandíbulas apretadas.

     —Ya dejen de hablar de negocios, ven amor siéntate a mi lado.

     Marlon se acerca, pero se sienta al lado de Gabriel, al poco tiempo ya se habían tomado la botella.

     —¿Nos tomamos otra?

     —No Gabriel,  la verdad estoy cansado, mejor lo dejamos para otro día.

     —Está bien, entonces me voy.

     —Cristal aprovecha para que Gabriel te acompañe, así no te vas sola.

     —No te preocupes por mí, ya aprendí a andar sola.

     —Bueno, cómo tú quieras.

     —Amigo me despides de Fernanda.

     La señora Laura se fue a dormir estaba muy cansada, yo me quedo en la cocina por si necesitan algo, me asomo a la ventana y veo que todos se han ido, sólo queda Marlon, sentado, con una copa en su mano.

     No quise molestarlo, vuelvo a la cocina y me siento en una silla del comedor, no sé cuánto tiempo pasó, me quedé dormida.

     Marlon llega a la cocina y me ve dormida en la silla,  me toma en sus brazos para llevarme a mi habitación, con mucha ternura me coloca en la cama y se sienta a mi lado, despierto y lo miro, la habitación estaba casi en penumbras.

    —Señor que pena me quedé dormida.

     —No me digas señor, sólo dime Marlon.

     —¿Cómo llegué hasta aquí?

     —Te traje en mis brazos, ya se está haciendo costumbre que te tome en mis brazos.

     —¿Se siente bien? ¿Quiere que le preparé un café?

     —No, sólo quiero hacerte una pregunta.

     —¿ Usted pregunte?

     —¿Cómo sabe Gabriel que te llamas Fernanda?

     —Yo le abrí la puerta cuando llegó, y se presentó.

     —No quiero que te acerques a él.

     —¿Por qué no puedo acercarme?

     —No me preguntes, no tengo la respuesta, pero no quiero que se acerque a ti. Prométeme que si viene para acá y yo no estoy, tú no lo recibes, llamas a la señora Laura para que lo atienda, pero tú no.

     —Pero no entiendo, él es su amigo, porque no puedo atenderlo.

     —No me preguntes, sólo quiero que me lo prometas.

     —Está bien, se lo prometo.

     En ese momento hago un gesto con mis brazos, porque siento que un escalofrío recorre todo mi cuerpo.

     —¿Tienes frío? No te muevas te voy abrigar.

     Se quita la chaqueta y con ella me abriga se acerca tanto que su respiración la siento en mi rostro, muy lentamente se acerca más y más, yo estoy consciente de lo que viene, pero no puedo rechazarlo, sus labios se acercan a los míos y me besa, el beso fue muy tierno, luego se va tornando con más pasión.

     Cuando me doy cuenta lo tengo encima de mí, besando todo mi rostro, ese beso fue bajando y poco a poco me va despojando de mi ropa, mi voz interior me dice "esto está mal" pero no puedo ni quiero detenerlo.

     Al instante nuestros cuerpos están completamente entrelazados, todo fue en silencio, estoy muda, sólo respondo a sus caricias, él me ve, me besa, me vuelve a mirar y me vuelve a acariciar, así transcurre toda la noche, entre esos brazos se fue mi gran tesoro tanto tiempo guardado, nunca me imaginé que lo iba a perder así, sin un té quiero, todo fue callado, ninguno de los dos habló, pero aún en medio de mi inocencia, quizás de mi ignorancia, yo entre esos brazos sentí un gran amor.

     Luego se viste, me da un beso largo como si con él quisiera demostrar lo que su boca no pronunciaba y se aleja de la habitación.

     Me quedo envuelta entre las sábanas, aún su aroma permanece en mi piel, ahora estoy más confundida que antes ¿ Y ahora qué hago? 

     No pude dormir, me despierto bien temprano, ya la señora Laura está en la cocina.

     —Buenos días Fernandita¿Quieres un café?

     —Sí, gracias.

     —Tienes cara de no haber dormido bien.

     — La verdad es que dormí muy poco.

     —Así amaneció el joven, pero ya se levantó, se tomó un café y se fue a trotar.

     —Anda a su habitación para que le arregles la ropa que se va a poner hoy.

     —¿Tiene hoy alguna actividad especial?

     —No creo, seguramente irá a visitar a la novia.

     La novia, eso me suena como un latigazo, no sé lo que va a pasar de ahora en adelante, no sé cómo mirarlo a la cara después de lo de anoche.

     Entro a su habitación, lo más rápido que puedo busco la ropa que se va a poner ese día, quiero salir de allí antes que él entre, cuando voy saliendo nos tropezamos en la puerta, yo no tengo el valor para mirarlo a la cara, quise seguir, pero él me detiene.

    —Espera, tenemos que hablar.

     —Joven -era la señora Laura- la señorita Cristal lo está llamando del teléfono de la sala, dice que lo estuvo llamando, pero usted no contestó la llamada.

     — El teléfono se me olvidó, lo dejé en la habitación.

     Yo aprovecho y me alejo, mientras él habla con la señora Laura.

     Marlon  no apareció en todo el día.

     —Fernandita, el joven no vino a comer, es raro siempre me participa si no va a venir, pero esta vez no dijo nada ¿Fernanda me estás escuchando? 

     —¡Ah! Si, la escucho.

     —No me escuchaste, ¿ qué tienes, estás en la luna?

     —No, estoy bien.

     —¿Seguro? yo te veo rara, ven vamos a cenar, seguro el joven está con su novia.

     Cenamos, conversamos un rato, luego la señora Laura se va a su habitación y yo a la mía, estoy leyendo un libro, cuando escucho que tocan la puerta.

     —Adelante señora Laura.

    — Soy yo, necesitamos hablar; no vine a pedirte disculpa por lo de anoche, sucedió porque tú y yo lo quisimos así, no sé lo que va a pasar con nosotros, de lo que sí estoy convencido es que estoy confundido, me tienes mal, estoy todo el día pensando en ti, tengo que ordenar bien mis ideas, no creas que lo de anoche ocurrió porque estaba pasado de copas, no, esto iba a pasar, las copas lo que hicieron fue acelerarlo.

     No hablo, sólo lo escucho, siento dentro de mí una mezcla de sentimientos: vergüenza, miedo, dolor, amor, quiero que se calle, que se vaya de la habitación y a la vez que se meta dentro de mis sábanas y se quede conmigo, pero muy dentro de mí presiento que esto es sólo una ilusión, un sueño del cual algún día tengo que despertar.

     Marlon sigue hablando.

     —Ahora en este momento, me quiero quedar contigo y hacerte el amor hasta el amanecer, pero no está bien, no está bien para mí y mucho menos para ti, lo que menos quiero es hacerte daño, mi vida está muy complicada y cualquiera que sea mi decisión voy a dañar con ella a otras personas y no quiero eso.

     Dijo esto y se alejó, las lágrimas corren por mi rostro, presiento que con esas palabras Marlon se está despidiendo.

   

    

    

     

  

    

     

     

     

     

     

    

     

      

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