Abril estaba en shock, incapaz de creer lo que Rubén le estaba revelando. Dos años habían transcurrido desde aquel fatídico día en que nuestra madre había fallecido, y Abril había mantenido su secreto oculto. El asesinato había parecido tan fácil en ese momento, sin sospechas ni indicios que la señalaran como culpable. Solo le bastó entrar a cuidados intensivos y desconectar el equipo de respiración artificial, para que mi madre sufriera un paro cardiaco que le costó la vida.
A pesar de que en ese momento el médico había prohibido las visitas a mi madre en vista de su gravedad, Abril había logrado entrar gracias a la ayuda de la enfermera que se encontraba de guardia en ese momento, la cual accedió a dejarla entrar tomando en consideración que ella era la esposa de Luis José y él era médico de la clínica; por lo que no vio ningún inconveniente. Sin embargo, esa mujer no estaba enterada del macabro crimen que Abril estaba haciendo con mi madre.
Rubén, con una sonrisa cínica, respondi