Ante los gritos de su mejor amigo, Diego se sintió un poco desconcertado.
Jaime era genial en todo, excepto por su mal carácter.
Y tenía unas tremendas mañas cuando recién se levantaba. Por eso había atendido su llamada, de lo contrario aunque sonara el teléfono no respondería e incluso después le recriminaría.
Diego movió la cabeza divertido y dijo:
—Jaimito, despéjate un poco. Este no es un caso menor, es de suma importancia.
Jaime, recién levantado, se rio fríamente mientras se vestía y gritó inexpresivo al teléfono:
—¿En qué diablos es un caso mayúsculo? ¿Sabes que mis casos son asesinos en serie, criminales superdotados y cosas así?
—¿Solo esto? ¿Sabes lo que es desaprovechar talento?
Diego contuvo su enojo. ¡De no ser porque su esposa necesitaba ganar este juicio, jamás lo hubiera llamado a él!
Diego, piensa un poco, ¡el hombre apenas había dormido tres horas cuando lo despertaste!
¿Cómo no iba a estar furioso? Yo también lo golpearía.
—¿Somos buenos amigos o no? Responde esa