CAPÍTULO 47
Caminar hacia los matones de mi progenitor no fue sencillo porque sentía que estaba a punto de cruzar una puerta en la que mi identidad por fin seria descubierta. Años de incertidumbre, de verme al espejo y así poder imaginar la cara de mi madre y mi padre.
Años pensando que quizás, tendría hermanos. Sin embargo, tenia que ir paso a paso para saber hasta dónde llegaría. Hasta dónde sabría lo que sucedió.
Y suena ilógico, irracional, pero allí estaba por ir a enfrentar a los dos ogros que tenía delante de mí.
Vestidos de negro, con lentes negros encima de su cabeza, merodeando por el sitio. custodiándolo para que ningún intruso se atreviera a observarlo demasiado. Estaban fumando, sentí el humo entrar por mis fosas nasales.
Charlaban entre ellos, animadamente hasta que me vieron a mí y se alertaron.
—Hola. Necesito hablar con su jefe—les dije, como si aquellas palabras banales me abrieran la puerta de la verdad.
Se lanzaron una mirada y entonces, la seriedad en ellos se rom